miércoles, 2 de abril de 2014

El nostálgico hotel de los líos

El gran hotel Budapest


Wes Anderson (Los Tenenbaums, Fantástico Sr. Fox) es uno de esos pocos cineastas independientes estadounidenses que han sabido mantener su estilo después de haber fichado por algún gran estudio de Hollywood. A España llega El gran hotel Budapest, la última de sus obras y sin duda una de las películas más destacadas en lo que llevamos de 2014.

Un escritor escucha la historia del dueño de un hotel decadente situado en Europa Central. El hombre le habla de la época dorada del lujoso establecimiento en el período de entreguerras, cuando  la región pertenecía a la ficticia república de Zubrowka. La tranquilidad de sus habitantes se verá alterada cuando Gustave H., el célebre conserje del hotel, resulta beneficiario de un cuadro de valor incalculable en el testamento de una anciana millonaria. Gustave H. y su inseparable botones Zero se convertirán en los objetivos de la peligrosa familia de la difunta.

El entrañable conserje junto a su inseparable protegido.


El cine de Anderson es de culto pero fácil de entender. Aquí nos enfrentamos a una comedia de sonrisas con alguna que otra carcajada. Corre el riesgo de resultar demasiado excéntrica para un sector del público general que la calificaría de patochada. La hilaridad es permanente, y se desdramatizan situaciones graves como los asesinatos o el nazismo como se haría en los dibujos animados.

El filme aúna todos los rasgos distintivos del cine de Anderson. En primer lugar, el asombroso carrusel de actores famosos encarnando a personajes excéntricos. Ralph Fiennes en la piel de Gustave H. y el debutante Tony Revolori como Zero son los protagonistas, pero entre el elenco de secundarios encontramos a Adrien Brody, Willen Dafoe, Harvey Keitel, Jude Law, Edward Norton, Tilda Swinton, Jason Schwartzman, Saoirse Roman, Jeff Goldblum, Owen Wilson o Bill Murray. Ninguno de ellos desentona en lo más mínimo, y sin duda sobresale entre ellos Fiennes con el amanerado conserje amante de los modales y de las peroratas.

Secundarios de lujo como Adrien Brody o Willen Dafoe.


En segundo lugar, Anderson ofrece una estética muy singular y lograda. El uso de colores chillones,  el detallismo preciosista en los escenarios, la simétrica puesta en escena, los rápidos movimientos de cámara, el en ocasiones vertiginoso montaje, el uso de zoom y cámaras lentas, el cambio de formato según la época de la que se hable... Incluso parte del metraje está relatado en forma de capítulos. El gran hotel Budapest es una cinta considerablemente atractiva a nivel visual.

A ello contribuyen decorados y vestuarios con un cromatismo marcado (los tonos rojizos y violáceos del hotel o el blanco y el azul de los paisajes montañosos; los oscuros trajes de la siniestra familia, los  grises uniformes del ejército alemán) y elementos nostálgicos como los funiculares, la exquisita pastelería o el ferrocarril a vapor



Precisamente la melancolía es el tercero de los aspectos que el director tejano añade a su película, quizá la más ambiciosa de su carrera. Hay ecos de la literatura de Agatha Christie y Stefan Zweig, de las comedias de Ernst Lubitsch o de las cintas menos serias de Alfred Hitchcock, y en general todo sabe a europeo. Siempre se ha dicho que el cine 'indie' de Anderson es más europeo que americano, y aquí tenemos la prueba definitiva.

La excepcional banda sonora corre a cargo de Alexandre Desplat en su tercera colaboración consecutiva con Anderson tras Fantástico Sr. Fox y Moonrise Kingdom. La partitura del francés redondea una obra arriesgada y de un estilo inconfundible.


Puntuación: 8



T.O.: The Grand Budapest Hotel / EE.UU. / 2014 / Dirección: Wes Anderson / Elenco: Ralph Fiennes, Tony Revolori, Saoirse Ronan, Edward Norton, Willem Dafoe, Adrien Brody / Género: Comedia / Duración: 99 minutos

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