domingo, 21 de febrero de 2010

Escena IV: El Bosque (5.ª parte)

Y allí estaba el centauro, engendro monstruoso donde los haya. El Sargento Hartman termina de vaciar la vejiga y se acerca al Dr. Lawrence.
-¿Qué cojones es eso, Patoso?
-Es… un centauro –responde aturdido el científico.
-¡Puta mierda, no me convences! Tienes las gafas tan llenas de roña que no ves ni por el tercer ojo. Fíjate bien, escoria, y te darás cuenta de que es un jodido “charlie”.

lunes, 15 de febrero de 2010

Deporte de caballeros

En pleno torneo de las VI Naciones de Rugby, aquí el Maese Weinor alaba una vez más las cualidades de este noble deporte. El esfuerzo colectivo es claramente más recompensado que en cualquier otro deporte, pero no sólo hay virtudes puramente deportivas en esta actividad. Ver a los jugadores darse la mano antes y después del partido, apenas discutir las decisiones arbitrales (los árbitros utilizan la televisión para tomar decisiones), y acometer toda clase de majaderías tras los encuentros convierten al rugby en un deporte distinguido.

jueves, 11 de febrero de 2010

Incompetencia total

Según parece, la Sanidad en nuestro país es la antesala del Infierno. No lo digo porque, evidentemente, mucha gente la diña en un hospital (que no me extraña), sino por la tremenda incompetencia que se observa en los llamados "Centros de Salud".

lunes, 1 de febrero de 2010

Memorias de un infante

Hermanos, estos días he estado releyendo mi diario de cuando era un infante. Me han llamado poderosamente la atención las faltas de ortografía, característica habitual de todo escrito de un chiquillo (ya se sabe, "sodomía" sin acento, "cadáver" con b, "anal" con h, etc.; en fin, cosas de niño). Sin embargo, lo más destacado han sido los episodios truculentos de mi atolondrada infancia. Entre ellos, he querido transcribir el que leeréis a continuación. Tenía nueve años.