Noé
Hacía muchos años que no se llevaba un relato bíblico a la gran pantalla, especialmente del Antiguo Testamento. Lejos quedan las grandes producciones de Hollywood en los años 50 que recreaban relatos extraídos de la Biblia. Con Noé, recientemente estrenada en la cartelera española, se recupera esta temática. El hecho de que el director sea Darren Aronofsky (Réquiem por un sueño, Cisne negro), no obstante, es un indicador de lo impredecible del filme.
Diez generaciones después de que Adán y Eva fueran expulsados del paraíso, la humanidad ha degenerado en una especie autodestructiva. Noé, uno de los pocos hombres pacíficos que quedan, recibe en sueños una misión divina: construir un Arca para salvar a la creación del inminente diluvio que arrasará el mundo.
Russell Crowe da vida al mítico personaje del Génesis. |
En primer lugar, el hecho de que la película se llame "Noé" es un desacierto porque conduce al error. Me imagino la cantidad de beatas ancianas yendo al cine a ver un reflejo del pasaje bíblico y llevándose un tremendo chasco. Aronofsky introduce una visión muy particular de la archiconocida historia del diluvio universal.
Vayamos por partes. Tenemos un territorio yermo y negruzco cual Mordor por el que deambulan grupos de personas de aviesas intenciones. Noé conduce a su familia por semejante infierno para llegar a lo que otrora fue el Edén. Cuando superan la frontera que definía el Paraíso, se les aparecen unas enormes criaturas mezcla de los Ents de Tolkien y unos Transformers oxidados. La estupefacción se adueña de los espectadores en este temprano momento, y con toda justificación.
Las sorpresas siguen floreciendo a lo largo de los nada desdeñables 138 minutos de metraje. A este respecto encontramos pequeños detalles, como la avanzada tecnología utilizada por las comunidades humanas (bengalas, encendedores instantáneos...) o la apariencia excesivamente metrosexual de Sem y por otra parte grandes barbaridades e incoherencias.
La familia protagonista atraviesa desolados parajes. |
Se supone que Noé y compañía son los únicos justos de la Tierra, pero ¡vaya unos justos! El protagonista, interpretado por Russell Crowe, se torna en un fanático aquejado de psicosis durante la segunda mitad de la película. Vale que el peluquero le tomó el pelo dejándolo casi al rape, pero tampoco era para cabrearse tanto. Su segundo hijo, Cam, merece ser echado por la borda del arca de una patada. Se mezclan nociones de otros relatos bíblicos como es el caso de Abraham o de la misantropía del profeta Jonás.
En medio de la trama aparecen relatos sobre la creación del mundo y la evolución de las especies. La intención es combinar profundas reflexiones (sobre la maldad humana, por ejemplo) con secuencias de batalla, la supervivencia a la catástrofe y el conflicto familiar. El resultado es una mezcolanza infructuosa de cine de autor y cine épico muy comercial.
Las actuaciones, eso sí, son notorias. Sobresalen Crowe, Jennifer Conelly en el papel de su esposa y Emma Watson en el de su hija adoptiva. La nota entrañable la pone Anthony Hopkins en el viejo pellejo de Matusalén. Solitario y despreocupado por lo que sucede a su alrededor, diríase que es una suerte de Yoda en su etapa de retiro.
La estética apocalíptica y los efectos especiales son dos elementos que también despuntan, aunque la travesía en el arca sea mucho más plácida de lo esperado. Por cierto, ¿cuál es el secreto de la esposa de Noé para no envejecer? Todos van ganando en años excepto ella. La poderosa partitura de Clint Mansell, colaborador habitual del director, expresa magnetismo y energía en ocasiones.
En resumidas cuentas, Aronofsky patina en un pretencioso intento de aunar numerosos géneros cinematográficos y darles un toque personal al tiempo que comercial. Noé es entretenida en su mayor parte, pero al término de su visionado se la puede calificar de despropósito.
Puntuación: 5
T.O.: Noah / EE.UU. / 2014 / Dirección: Darren Aronofsky / Elenco: Russell Crowe, Jennifer Connelly, Emma Watson, Anthony Hopkins, Ray Winstone / Género: Aventuras / Duración: 138 minutos |
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