jueves, 26 de diciembre de 2013

Mucho más que sopa de pan

El festín de Babette


Entre los países europeos con las trayectorias cinematográficas más importantes se halla Dinamarca. Desde Carl Theodor Dreyer hasta el extravagante Lars von Trier, la patria de Hamlet ha dado numerosos realizadores de cine con talento. El festín de Babette (1987) es, prácticamente, la única película conocida en España del director danés Gabriel Axel. Galardonada con innumerables premios (entre ellos el Oscar a la mejor película extranjera), plantea una gran reflexión sobre la vida a partir de una notable sencillez.

Hacia 1870, en una puritana aldea de la costa danesa se hallan Martine y Philippa, dos ancianas hijas de un recto pastor que han permanecido solteras toda su vida. Ambas recuerdan su juventud, cuando tuvieron oportunidad de abandonar esa monótona vida de austeridad y oración. La llegada de Babette, una dama que huye de la turbulenta Francia por motivos políticos, cambia sus vidas y las de todo el pequeño pueblo. Años más tarde, cuando a ésta le toca la lotería, tiene la oportunidad de de agradecer todas las atenciones recibidas. Organiza una opulento banquete con los platos más selectos de París. Los vecinos aceptan a regañadientes, pero pactan no experimentar placer con la comida al considerarla una cosa mundana.

Los habitantes de la pequeña aldea pesquera durante el banquete.


El guión, basado en un cuento de Isak Dinesen (pseudónimo de Karen Blixen), transmite ideas trascendentales e invita a la reflexión. Por ejemplo, que la religión no tiene por qué obligar a una vida de sinsabores con miras a ganarse el cielo. Aunque se crea en la vida después de la muerte, es bueno que uno quiera sentirse realizado y emplear sus talentos para hacer felices a los demás. En esto consiste el arte, y Babette llega a afirmar con convicción que "un artista nunca es pobre".

Entre los puntos positivos de El festín de Babette encontramos el retrato de una comunidad luterana que trata de apagar todas las tentaciones, así como el de una vida de renuncia (al amor, en este caso) para servir a los demás. Algunos toques de humor amenizan la velada. Para el recuerdo quedan el estupor que despierta la comitiva que trae los fastuosos ingredientes de la cena al pueblecito, las pesadillas que provoca la tortuga o el anciano que sólo sabe decir "¡aleluya!".

Babette, junto con las dos hermanas que la acogen.



La reivindicación de la gastronomía como placer también está presente aquí. Imaginaos lo triste que debe de ser la vida si todos los días te espera una sobria sopa de pan y bacalao encima de la mesa. Y si la vida rural es sencilla, la película lo es más aún. La realización de Axel está despojada de todo artificio y con un presupuesto exiguo. Sorprende que una cinta tan humilde aborde temas tan grandes.

Sin embargo, hay una serie de factores que en cierto modo contrarrestan todas estas virtudes. El ritmo de El festín de Babette es lento, tanto como el de las típicas películas escandinavas. El arranque, asimismo, es una retrospección larguísima. Por otra parte, no transmite tanto como se presupone. Durante la cena, por ejemplo, los gestos de los actores son muy comedidos (sin llegar a lo Kaurismäki, claro). Los conflictos personales de los vecinos apenas se abordan, aunque se da a entender que son las rencillas habituales en cualquier pueblo del mundo. Pero lo peor de esta cinta es que no llega a emocionar pese a la catarsis final.



En definitiva, se trata de un buen filme que, al mismo tiempo que contiene humor, deja un regusto para reflexionar. Lento, aunque no pesado, un poco más de fuerza en el tramo final le habría hecho sumar puntos. No es una película tan notable como se dice, pero tampoco está nada mal. Es comprensible que hace poco se reestrenase en los cines con motivo de su 25º aniversario.


Puntuación: 7



T.O.: Babettes gæstebud / Dinamarca / 1987 / Dirección: Gabriel Axel / Elenco: Stéphane Audran, Jean-Phillipe Lafont, Gudmar Wivesson, Jarl Kulle, Bibi Andersson / Género: Comedia / Duración: 102 minutos

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