lunes, 14 de octubre de 2013

No me corten la lengua

La Real Academia Española es el organismo encargado de regular la normativa de la lengua castellana. Entre sus obligaciones se encuentra el observar la evolución del idioma e incorporar nuevos vocablos si procede, o el trabajar para mantener la cohesión idiomática en los distintos territorios en los que se habla el español. Su poder y su responsabilidad son, por ende, colosales.

Y hete aquí, oh hermano, que últimamente esta academia transita por la vida como paloma con diarrea: de cagada en cagada. En fechas recientes se han incorporado a su diccionario, y por tanto normalizado, palabrejas del nivel de "almóndiga"y "asín". El esperpéntico intento  de extirpar la denominación "i griega" a la vigésima octava letra del alfabeto en favor de "ye" desató la indignación popular, hasta el punto de que la RAE tuvo que recular.

La edad pasa factura, y parece que la RAE está chocheando ya.


El hecho de ir suprimiendo tildes como en el caso del adverbio "sólo" o el pronombre "éste" para simplificar la lengua también ha sido recibido con garrotazos, y así esta eliminación se ha convertido en una recomendación, aunque no una norma. Desde la Real Academia afirman que el idioma ha de ser flexible y adaptarse a los nuevos usos. Es decir, que dada la depauperación de la educación de los hispanohablantes, se ha de cercenar la normativa ortográfica. A este paso terminaremos hablando una lengua tan insulsa y simple como el inglés. Esto me recuerda a la película Evolution, en la que unos bichos evolucionaban hasta convertirse en una gigantesca y deforme mole. No todas las evoluciones son positivas. Y se deben erradicar corrientes aberrantes antes de que la lengua se fragmente o se convierta en una sucesión de eructos.

El colombiano Gabriel García Márquez, hace muchos años, bramó que debíamos enterrar las haches y las tildes y reconsiderar las ges y las jotas para que cada una de estas letras represente un fonema concreto. Todo ello para simplificar la lengua y que sea más fácil aprenderla. Después de leer algunos de los bodrios de este caballero no me extraña que llegue a sostener sandeces de este calibre. "Como ya estamos acostumbrados a escribir sin tildes en los correos electrónicos", justificó. Pues se ve que nunca ha recibido una de mis pequeñas obras maestras. Y no me tiemblan los dedos a la hora de señalar las incorrecciones ajenas en materia de ortografía y sintaxis.

Hay que admitir que las presiones a las que se ven sometidos los académicos son muy grandes. Presiones, generalmente, de subnormales que exigen que se usen fórmulas del estilo "todos y todas" o "miembros y miembras". Yo, que no soy filólogo pero estoy estudiando varias lenguas, entiendo que en castellano el género neutro procedente del latín se asimiló finalmente con el masculino. Por eso usamos palabras masculinas ("ellos", "todos") para referirnos a individuos de los dos sexos. Como no podía ser menos, alimañas hembristas se indignan ante este fenómeno. Lo que quizá no sepan estas paletas es que, por ejemplo, el plural en alemán es casi idéntico al femenino. ¡Y eso que en alemán sí tienen género neutro! No les veo rugiendo por tierras teutonas. Se ve que eso de los casos no está al alcance de los analfabetos y las analfabetas.

Afortunadamente surgen por doquier voces críticas a estas posturas. El escritor Arturo Pérez-Reverte, quien de hecho ocupa uno de los asientos de la academia, afirmó en Twitter lo siguiente: "La RAE puede cantar misa con cocreta, si quiere. Yo no lo acepto. Y otras cosas, tampoco". Espero que haya más personas con su cordura en los organismos lingüísticos.





Lo que debería hacer la RAE, antes de ir simplificando una lengua tan noble y hermosa como el castellano, es preocuparse de que sus hablantes sepan escribirla. El otro día una tipa con una carrera a sus espaldas me preguntó si "contadnos" llevaba tilde. Huelga decir que semejante gaznápira estuvo durante toda una tarde expuesta en el cepo de la plaza mayor de la villa. Le arrojaron cebollas y calabacines en pleno rostro, y espero que haya aprendido la lección. ¿A qué extremo hemos arribado?


PD: la nueva web de la RAE parece muy bonita, pero han jodido el diccionario por completo. A este paso tendremos que recurrir a diccionarios de otras marcas. Como diría Úrsula, personaje de La sirenita, "lo que quiero es... TU VOXXXXX".

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