De poco le sirvió la punzada psicológica lanzada por Lewis Hamilton a su compañero, a quien acusó de conformista. Nico Rosberg volvió a imponerse en Mónaco con autoridad para retomar el mando del Mundial con cuatro puntos de ventaje sobre Hamilton. El inglés completó el doblete de Mercedes en una carrera en la que empezó presionando a su máximo rival y terminó defendiéndose de Ricciardo, tercero. En una carrera plagada de accidentes y averías, Jules Bianchi cosechó los primeros puntos de la historia de la escudería rusa Marussia al ser noveno.
El soleado Gran Premio de Mónaco ya avisaba de lo dura que iba a ser la prueba del domingo cuando el Lotus de Maldonado se quedó clavado en la vuelta de formación. Sería el primero de ocho abandonos e innumerables percances. En la salida, Vettel superó a su compañero Ricciardo, situándose tercero, y tras él se colocó un Kimi Räikkönen muy agresivo que partía en sexta posición. Ricciardo y Alonso pasaron a ser, respectivamente, quinto y sexto.
Hamilton apenas tuvo tiempo de atacar a Rosberg porque en la segunda vuelta se anunció el coche de seguridad. Pérez se estrelló contra las protecciones tras ser tocado por Button. Sutil y Grosjean pasaron por boxes para arreglar desperfectos, una consecuencia de las estrecheces del circuito monegasco.
Una vez relanzada la carrera, siguieron las sorpresas. Vettel fue perdiendo potencia y posiciones progresivamente. El alemán se detuvo en boxes y volvió a salir a pista, pero su monoplaza no mejoró y tuvo que meterse en el garaje. Los Mercedes se despegaron rápidamente de los mortales, comandados por Räikkönen. Mientras Hamilton era la sombra de su compañero, el finlandés de Ferrari iba distanciándose de Ricciardo. Tras ellos, Alonso y tras mucho espacio, Magnussen.
Una plaga de abandonos y averías
En la vuelta doce Kvyat metió su Toro Rosso en el box, siendo ya cuatro los abandonos. En la pista todo se había estabilizado, pero la carrera volvió a alterarse cuando Adrian Sutil perdió el control de su Sauber a la salida del túnel y destrozó el monoplaza, motivando otra salida del coche de seguridad. Todos los pilotos excepto Massa efectuaron la única parada de la prueba, sin que hubiese cambio de posiciones en la zona alta de la tabla. El brasileño situó su Williams en sexta posición.
Durante las vueltas tras el coche de seguridad, el Marussia de Chilton rozó el Ferrari de Räikkönen al intentar desdoblarse. Esta circunstancia arruinó la extraordinaria actuación del finlandés, obligado a cambiar ruedas por un pinchazo y a emprender una remontada a la desesperada. Tras los inalcanzables Mercedes se situaban pues Ricciardo, Alonso y Massa.
Lo cierto es que el resto de la prueba fue una sucesión de acercamientos y alejamientos entre diversos pilotos, destacando los duelos entre Rosberg y Hamilton y el de Ricciardo y Alonso. Massa hizo por fin su parada en el giro 46, pasando a ocupar la undécima posición. El brasileño había taponado a Hülkenberg para placidez del asturiano de Ferrari.
La monotonía de la prueba sólo se quebraba con la ristra de incidentes que siempre encierra Mónaco. De los monoplazas de Vergne y Bottas emergió una humareda blanca que aludía a la rotura de motor. Más tarde, Gutiérrez rompió su llanta en La Rascasse ante las acometidas de Räikkönen, quedándose del revés y siendo el último de los ocho abandonos. El buen hacer de los comisarios evitó la reagrupación de los pilotos.
Los problemas de visión de Hamilton
A falta de doce vueltas, Hamilton anunció por radio que algún residuo se le había metido en el ojo. Su ritmo decreció considerablemente, descolgándose de Rosberg y colocándose en el punto de mira de un Ricciardo que empezó a volar tras oler la sangre.
A poco del final, Räikkönen se enganchó con Magnussen en Loews cuando peleaban por la séptima posición. Los tuvieron que hacer uso de la marcha atrás para poder girar la curva, si bien perdieron todas las opciones de puntuar. El 'Hombre de hielo' cambió el morro de su monoplaza y aprovechó para marcar la vuelta rápida de carrera, algo que le sitúa a tan sólo una de Alain Prost, segundo piloto con mayor número de vueltas rápidas de toda la historia de la Fórmula 1.
Todos estos percances allanaron el camino de escuderías humildes, como Marussia o Caterham. Bianchi cruzó la línea de meta en octavo lugar, si bien una penalización de cinco segundos le relegó a la novena. El francés había comenzado la prueba el último por un cambio de la caja de cambios en el último momento, y concede a Marussia los primeros puntos de su estancia en la máxima categoría del motor.
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