jueves, 2 de julio de 2015

De trinchera en trinchera

Verdun


Historia

Desde hace más de una década, el auge de los juegos bélicos de disparos en primera persona ha  devenido en una sobreexplotación de los escenarios de la Segunda Guerra Mundial. Call of Duty, Medal of Honor y Battlefield son los ejemplos más ilustrativos de esta tendencia. Una larga lista de conflictos armados modernos espera su oportunidad de dar el salto al mundo de los videojuegos.

Blackmill Games y M2H cooperan en Verdun (2015) para adentrarse en la Primera Guerra Mundial. A un año de cumplirse el centenario de la famosa batalla que da nombre al juego, Verdun se basa en la encarnizada lucha que mantuvieron Francia y Alemania en el frente occidental. Trincheras coronadas por alambre de espino, armas químicas, los primeros aviones, carros blindados y submarinos, el perfeccionamiento de las ametralladoras y la artillería, fusiles calados con bayonetas... La Gran Guerra marcó un antes y un después tanto por la crueldad de las batallas como por las innovaciones tecnológicas.

La lucha tendrá lugar en las trincheras.

Los fusiles de cerrojo obligan a perfeccionar la puntería.


Verdun arrancó el pasado año siendo un título en acceso anticipado. Los rudimentos del juego estuvieron a disposición gratuita de los usuarios durante unos meses, pese a lo tosco de sus gráficos y a la ausencia de muchos elementos introducidos a posteriori. Blackmill y M2H lanzaron oficialmente el videojuego en abril, y desde entonces no han parado de introducir mejoras.


Jugabilidad 

Estamos ante un juego multijugador de disparos en primera persona que ofrece dos modalidades: el clásico todos contra todos y uno en el que dos bandos se enfrentan por conquistar zonas del territorio. Es éste último, denominado 'Frente de batalla', el que hace especial a Verdun.

El avance se realiza a campo abierto.

Los escenarios pertenecen al atascado frente occidental.



En partidas cronometradas, los dos bandos se reparten los papeles de atacantes y defensores. Si un equipo logra conquistar la franja defendida por el enemigo, pasará a defenderla durante unos minutos; si consigue mantenerla, le tocará atacar la siguiente línea del mapa. Cada conquista supone un punto para el equipo.

Desobedecer las órdenes de los superiores saliendo de la zona que nos toque ocupar se castiga con el fusilamiento. En el caso en el que el número de participantes esté desequilibrado, el videojuego concede menor tiempo de reaparición al bando desfavorecido.

Conviene buscar una buena posición para repeler los ataques.

Podemos seleccionar el rol y el arma que deseemos utilizar.



Otra de las características principales de Verdun es su nivel de realismo. Un sólo disparo basta para acabar con un enemigo en la mayoría de ocasiones. Esto provoca unos niveles de tensión y de agorafobia considerables, dado que a poco que asomemos la cabeza podremos morir y siempre deberemos velar por nuestras espaldas por si el enemigo se ha colado en nuestra trinchera.

Lógicamente nos va a ser imposible sobrevivir durante mucho tiempo, y de hecho en las primeras tomas de contacto con el juego las bajas propias son una constante. La curva de aprendizaje en Verdun es muy pronunciada, un caos de muerte que nos traslada a la Gran Guerra.

La máscara de gas evitará nuestra muerte en las zonas contaminadas.

Grandes distancias separan los frentes.


Los seis mapas a nuestra disposición son grandes y muy distintos entre sí. Se encuentran divididos en franjas que corresponden con líneas de trincheras. Una serie de cráteres, rocas y diversos elementos de los escenarios proporcionan cobertura para facilitar un avance palmo a palmo, entorpecido a su vez por las alambradas. Quedarse enganchado con el alambre nos convertirá en un blanco fácil e incluso nos puede llegar a matar si no nos movemos con cuidado.

Cada vez que morimos, aparecemos en diversos puntos de regeneración situados en la zona propia más cercana al terreno que se está disputando. Lógicamente, la única forma de hacerse con una trinchera es matar a sus defensores.

Las trincheras son estrechas y traicioneras.

Los míticos cascos prusianos vuelven a estar de moda.


Cada bando consta a su vez de escuadras integradas por un máximo de cuatro jugadores. Estas escuadras ofrecen distintos roles que precisan de cooperación interna para obtener el máximo rendimiento. Tenemos soldados con rifle acompañado de o bien bayoneta, o bien granadas o bien una mirilla de francotirador; los oficiales disponen de una pistola y unos prismáticos para ordenar fuego de artillería o liberar gas; por último, también existe la opción de cargar con pesadas y mortíferas ametralladoras. Según subamos de nivel tendremos acceso a mejoras de armas y nuevos uniformes.

El armamento está condicionado por la época, de forma que los fusiles de cerrojo, que representan el arma más común, nos obligan a esperar un par de segundos entre cada disparo. Siempre podemos recurrir al ataque físico en los momentos más apurados. Llama la atención el recurso del gas mostaza, que dificulta la visión y obliga a colocarse una máscara a la mayor brevedad. No hay mejor método para avanzar sin ser visto.

Hay que afinar la vista para provocar bajas.

Las alambradas están por doquier.


Los creadores siguen añadiendo elementos de manera gratuita y puliendo aspectos. El único fallo detectable es un 'bug' muy ocasional en el que no puedes disparar hasta que mueres. Por lo demás, el título funciona a la perfección.


Cuestiones técnicas

El apartado gráfico, sin ser gran cosa resulta muy inmersivo y con personalidad. Los escenarios están salpicados de iconos de la Primera Guerra Mundial como las angostas hileras de trincheras, los aeroplanos estrellados o los carros blindados abandonados. El terreno varía según el mapa, desde los que exhiben muchas colinas y cráteres (como Argonne) hasta el que consta de una pradera poblada de árboles (Picardie), pasando por una llanura inmensa llena de barro (Flandes).

Cuidada ambientación de época en los menús.

Los tanques destrozados proporcionan magníficas coberturas.


Los efectos contribuyen a la angustiosa atmósfera, con temblores de tierra, zumbidos si las balas pasan cerca, gritos en alemán y en francés o el letal gas amarillento. La música sólo tiene presencia en los menús, con canciones de época, y en forma de sintonías al inicio y al final de cada partida. La tónica dominante en cuanto al audio son los disparos y las explosiones, bien conseguidos.


Conclusión

Por su valentía a la hora de tratar una época muy poco abordada y por presentar un modo de juego original y muy divertido, Verdun merece más de una oportunidad. Esperemos que los desarrolladores sigan perfeccionando un juego que presenta la guerra con un realismo en la jugabilidad pocas veces visto.


Puntuación: 7,5

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