Amor
Los ancianos conforman uno de los grandes colectivos a menudo discriminados en las películas. A la sociedad le molesta sobremanera tratar temas como la vejez o la muerte, sobre todo en un formato esencialmente lúdico como es el cine. En Amor (2012), el perturbador director austríaco Michael Haneke (Funny Games, La cinta blanca) aborda este miedo ancestral a la decrepitud desde el punto de vista de una pareja en el crepúsculo de la vida.
Georges y Anne, dos profesores de música clásica jubilados, viven apaciblemente en un apartamento de París. Cuando Anne empieza a sufrir los serios achaques propios de su edad, el afecto de Georges se verá puesto a prueba.
Resulta un tanto sorprendente que el habitual 'monstruo' de Haneke sea en esta ocasión la vejez. Aquí no hay psicóticos personajes llenos de maldad que se dedican a hacer daño a los demás, sino una circunstancia que nos puede afectar a todos cuyo origen es completamente natural.
Problemas físicos al principio, también psicológicos más tarde, van devastando tanto a la persona que los sufre como a la que está a su lado y ejerce, con impotencia, de cuidadora. Miradas vacías, pañales, reiteración de palabras sin sentido durante horas... Todos estos aspectos de la vida son reflejados con un realismo más que digno, si bien es cierto que la realidad es mucho peor.
La película está integramente rodada en el interior de un piso clásico con parqué y repleto de libros y discos de música que podría estar ubicado en París o en cualquier otra parte del mundo. Al igual que sucede con sus ancianos personajes, no se sale de casa, y las visitas escasean. Al final el apartamento es casi un personaje más, y los silenciosos planos detalle llegan a ser elocuentes.
Georges y Anne, dos profesores de música clásica jubilados, viven apaciblemente en un apartamento de París. Cuando Anne empieza a sufrir los serios achaques propios de su edad, el afecto de Georges se verá puesto a prueba.
El fantasma del Alzheimer atormenta a los personajes. |
Resulta un tanto sorprendente que el habitual 'monstruo' de Haneke sea en esta ocasión la vejez. Aquí no hay psicóticos personajes llenos de maldad que se dedican a hacer daño a los demás, sino una circunstancia que nos puede afectar a todos cuyo origen es completamente natural.
Problemas físicos al principio, también psicológicos más tarde, van devastando tanto a la persona que los sufre como a la que está a su lado y ejerce, con impotencia, de cuidadora. Miradas vacías, pañales, reiteración de palabras sin sentido durante horas... Todos estos aspectos de la vida son reflejados con un realismo más que digno, si bien es cierto que la realidad es mucho peor.
La película está integramente rodada en el interior de un piso clásico con parqué y repleto de libros y discos de música que podría estar ubicado en París o en cualquier otra parte del mundo. Al igual que sucede con sus ancianos personajes, no se sale de casa, y las visitas escasean. Al final el apartamento es casi un personaje más, y los silenciosos planos detalle llegan a ser elocuentes.
Al final uno llegará a conocer de memoria la morada del matrimonio protagonista. |
Los veteranos actores Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva son los protagonistas absolutos del filme. Consiguen una gran compenetración y hacen creíble este drama humano y doméstico. Él es la persona que asiste desolado a la ruina de su esposa, y ella la que va perdiendo la conciencia. Los otros personajes, como el de Isabelle Hupert, tienen una presencia casi testimonial y hasta parecen fuera de contexto.
La narración es distante, como es habitual en el cine de Haneke. El ritmo es lento, con planos demasiado largos, y los silencios abundan. La música sólo aparece cuando alguien toca el piano o enciende el reproductor de CD. Los personajes principales no tienen ni radio ni televisor, cosa extraña en personas de la tercera edad, y las conversaciones entre ellos van decayendo en frecuencia.
Amor es una de las películas más tristes de los últimos años, especialmente porque retrata un tema de crudísima actualidad. Plantea cuestiones como el nivel de abandono de los más mayores o si se debe prolongar la vida bajo cualquier condición.
En general se trata de una buena película con una temática interesante y una realización notable, pero no es una gran obra. ¿Dónde está el problema? Quizá le falte un poco de fuerza, un poco de agilidad, algún toque humorístico. A algunos les podrá parecer monótona e incluso aburrida. La secuencia inicial es prescindible, y la metáfora del final sorprende por su subjetividad en el gélido conjunto. Permanecerá en el recuerdo sobre todo por las interpretaciones de Trintignant y Riva, pero Haneke ha alumbrado cintas mejores.
Puntuación: 7
La narración es distante, como es habitual en el cine de Haneke. El ritmo es lento, con planos demasiado largos, y los silencios abundan. La música sólo aparece cuando alguien toca el piano o enciende el reproductor de CD. Los personajes principales no tienen ni radio ni televisor, cosa extraña en personas de la tercera edad, y las conversaciones entre ellos van decayendo en frecuencia.
Amor es una de las películas más tristes de los últimos años, especialmente porque retrata un tema de crudísima actualidad. Plantea cuestiones como el nivel de abandono de los más mayores o si se debe prolongar la vida bajo cualquier condición.
En general se trata de una buena película con una temática interesante y una realización notable, pero no es una gran obra. ¿Dónde está el problema? Quizá le falte un poco de fuerza, un poco de agilidad, algún toque humorístico. A algunos les podrá parecer monótona e incluso aburrida. La secuencia inicial es prescindible, y la metáfora del final sorprende por su subjetividad en el gélido conjunto. Permanecerá en el recuerdo sobre todo por las interpretaciones de Trintignant y Riva, pero Haneke ha alumbrado cintas mejores.
Puntuación: 7
T.O.: Amour / Austria / 2012 / Dirección: Michael Haneke / Elenco: Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert, William Shimmell / Género: Drama / Duración: 127 minutos |
No hay comentarios:
Publicar un comentario