miércoles, 29 de enero de 2014

La fiebre del tulipán

La especulación en la economía ha generado enormes burbujas con unas secuelas difíciles de cicatrizar. El petróleo, el mercado inmobiliario o las empresas relacionadas con internet son los sectores sobre los que se han formado las burbujas más conocidas. Los precios suben y suben hasta niveles ridículos gracias a ávidos compradores que confían ciegamente en que su inversión se verá compensada con creces. Y en el momento más inesperado la demanda se desploma, desatándose el pánico y una espiral de deudas monstruosas.

Ahora bien, ¿cuál fue la primera burbuja económica de la que se tiene registro? Sorprendentemente, la ruina de miles de familias holandesas fue motivada por algo tan inocuo como el cultivo de tulipanes. La tulipomanía es el nombre que recibe el sorprendente episodio histórico que os voy a relatar a continuación.

Los tulipanes, símbolo de Holanda pese a su catastrófico pasado.


Los tulipanes llegaron a Europa en el siglo XVI desde el Imperio Otomano. Carolus Clusius, botánico flamenco y médico de la corte del emperador Maximiliano II, viajó por tierras lejanas para coleccionar especímenes de diversas plantas. El cultivo de tulipanes en los Jardines Imperiales levantó tal entusiasmo entre las clases pudientes que comenzó una fiebre por cultivar lo que para ellos eran piezas de coleccionista.

La boyante economía holandesa, dominadora de las rutas comerciales con el Sudeste Asiático, comenzó a proyectarse en la plantación de estas inocentes flores hacia 1620. Se daba el caso, además, de que los tulipanes cultivados en los Países Bajos estaban afectados por un virus transmitido por un pulgón que los impregnaba de un atractivo y variado cromatismo, lo que incrementó su exotismo y su demanda.

En cuestión de meses, muchas familias vendieron posesiones como granjas, casas o caballos para adquirir bulbos de esta especie vegetal. Los ingresos medios anuales se cifraban en 150 florines, mientras cada ejemplar de esta flor se vendía por un precio varias veces superior. El caso más significativo fue el del bulbo 'Semper Augustus', vendido por 6.000 florines, el equivalente a 24 toneladas de trigo.


El célebre 'Semper Augustus' en una acuarela de la época.


Las inversiones iniciales pronto se recuperaban por multiplicado. Como no había suficientes tulipanes para respaldar la demanda, la burbuja adoptó la forma de la especulación financiera. Los inversores compraban y vendían bulbos virtuales que no habían sido aún recolectados pero aparecían en catálogos. Al final, todas las clases sociales se tomaron parte en esta especulación.

En 1636, una epidemia de peste bubónica diezmó la mano de obra holandesa. Esto obstaculizó el cultivo de tulipanes, por lo que el nivel de los precios se agudizó aún más. A principios del año siguiente, los especuladores más despiertos intuyeron que el mercado iba a perder fuelle. La venta de sus viveros provocó el contagio inmediato en el mercado y el pánico en todo el país.

Los dichosos bulbos de tulipán.


En el periodo de un año, la opulenta economía holandesa se hundió en la quiebra. Deudas e hipotecas que no podían ser pagadas arruinaron a buena parte de la población, y lo peor de todo es que lecciones como ésta siguen sin ser asimiladas por la especie humana. Dentro de una década ya se estará especulando con el oro, con un mineral raro empleado en la tecnología o con el queso de cabra.

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