lunes, 10 de febrero de 2014

Sobreviviendo como ratas

Metro: Last Light


Historia

Uno de los principales atractivos de los videojuegos es la evasión. Sumergirnos en un universo irreal que poco tiene que ver con la realidad y dejarnos llevar durante horas es un placer que todo gran videojuego debe proporcionar.

En 2010 hubo un juego que transmitía esas sensaciones, pero injustamente pasó desapercibido entre el público: Metro 2033. Basado en la novela homónima del escritor ruso Dmitry Glujovski, se diferenciaba de los otros videojuegos de disparos en primera persona por su cautivadora historia y su ambientación apocalíptica.

El Kremlin, en la Plaza Roja.

El sigilo evita los enfrentamientos directos.


Metro: Last Light (2013) recupera a Artyom, protagonista de Metro 2033. El argumento no está inspirado en ninguno de los libros de Glujovski, pero el propio escritor fue el encargado de redactar el guión. Intriga, violencia, conspiración, traición... todo ello entre criaturas horrendas fruto de la mutación y tiroteos con moradores del subterráneo.

En el año 2013, una guerra nuclear dejó inhabitable la superficie de la Tierra. En Moscú sólo sobrevivieron a la catástrofe quienes se hallaban en las vastas instalaciones de metro, y desde entonces se instalaron en las estaciones y líneas formando pequeñas poblaciones. También se consolidaron poderosos bloques como los comunistas de la Línea Roja, el Cuarto Reich o la Orden, a la que pertenece Artyom.

Una consecuencia inmediata de la radiación fue la mutación de los seres vivos. Aparecieron así bestias horrendas al tiempo que una nueva raza humanoide, los Oscuros. En Metro 2033, Artyom aniquiló a esta raza bombardeando la superficie con misiles. Sin embargo, al comienzo de Last Light uno de estos seres ha sido localizado con vida. Su compañero Kahn sugiere que habría que tratar con los Oscuros en lugar de exterminarlos, pero el jefe de la Orden tiene claro que representan una amenaza. Cuando Artyom sale a cazar al último Oscuro, todo se complica.

Podemos consultar nuestros objetivos de esta forma.

Facciones de ideología radical se han hecho poderosas en el metro.


La historia atrapa al espectador gracias en parte a la realista recreación. En un mundo hecho trizas se impone la ley del más fuerte. Los pocos supervivientes se enfrentan entre sí, y la moneda común son las balas. Los habitantes pacíficos del metro son víctimas de las constantes abusos de los salteadores y los grandes ejércitos.

Recorriendo las interminables  infraestructuras subterráneas de Moscú nos cruzaremos con personajes carismáticos como el 'hippie' Khan, con escoria de la peor calaña y con inocentes desamparados. La bondad o maldad de actos será clave para llegar a uno de los dos posibles finales del juego.

La bancarrota de la distribuidora estadounidense THQ retrasó el lanzamiento de esta obra del estudio ucraniano 4A Games. Finalmente los derechos de la franquicia Metro fueron vendidos a la alemana Koch Media y Last Light llegó al mercado el año pasado.


Jugabilidad

Metro: Last Light es un videojuego de disparos en primera persona con ciertas particularidades que lo diferencian del resto. En muchas ocasiones podemos optar por arrasar con todo en plan comando o, por el contrario, aprovechar las sombras para desplazarnos sigilosamente. Ambas modalidades, hay que señalarlo, son muy divertidas.

Siguiendo la vía al 'volante' de un vehículo.

La radioactividad ha generado monstruosas mutaciones.


Seremos indetectables para muchos de nuestros enemigos humanos si no hacemos ruido y evitamos las zonas iluminadas. Constantemente deberemos ir desenroscando bombillas, sofocando hogueras y apagando focos para evitar carnicerías. A veces es conveniente esperar y estudiar los patrones de movimiento de los soldados, a los que podemos dejar inconscientes en el momento propicio con un golpe contundente. A este respecto, sorprende que los enemigos no nos detecten aunque estemos a 30 centímetros de ellos cuando la iluminación es escasa.

Para ver por dónde vamos en los parajes más oscuros estamos equipados con un mechero, una linterna y visión nocturna. Estas dos últimos precisan de una batería que se ha de recargar regularmente. El mechero, además de funcionar incluso en las zonas en las que la radioactividad es elevada, quema telarañas.

Artyom es capaz de portar tres armas de fuego. Éstas pueden ser pistolas, escopetas, ametralladoras, fusiles de precisión, etc. Y no sólo eso, sino que las armas se pueden perfeccionar con mejoras como el silenciador, un puntero láser, una mirilla de francotirador, cargadores de mayor capacidad... Este amplio arsenal se completa con armas arrojadizas tales como cuchillo, cócteles molotov o granadas de fragmentación.

Fronteras, enfermedades, guerra, hambre...

La visión nocturna, un aliado en la oscuridad.


En cuanto a nuestros adversarios, Last Light presenta toda clase de monstruos, desde los que salen del agua para atacar por sorpresa hasta los que atacan en manadas cuales lobos. Algunos de ellos ejercen de 'jefes finales' por sus imponentes dimensiones, su fuerza y su resistencia. Para acabar con ejemplares de cada especie, eso sí, hay que plantearse estrategias distintas. Por ejemplo, hay una raza de arañas a las que deberemos iluminar para que dejen el vientre al descubierto, su único punto débil.

Otro de los elementos que caracterizan la jugabilidad de este videojuego son los peligros de los entornos por los que transita su protagonista. En la superficie hay que llevar puesta una máscara de gas, y continuamente deberemos recargar filtros para no perecer de asfixia. Un cronómetro nos indica la vida útil de los filtros. La máscara se nos puede ensuciar de barro, agua o sangre, aunque la podemos limpiar; el verdadero problema se da cuando se va rompiendo, pues deberemos hallar otra en buen estado. Además de esto, vicisitudes tales como fuertes vientos, hielo quebradizo o una lluvia radioactiva convierten en toda una odisea nuestra aventura.

Para conseguir los filtros, los botiquines, la munición y las armas, así como unas notas de Artyom que funcionan como coleccionables tendremos que registrar a fondo los escenarios. Un par de veces contaremos con vehículos para recorrer los raíles del metro. Eso junto con las salidas a la superficie otorgan gran amenidad al juego.

En las estaciones podemos adquirir provisiones.

Librando una brutal batalla.


También aporta variedad el paso por zonas seguras, es decir, las pequeñas ciudades que han erigido los supervivientes en las estaciones de metro más grandes. En estos lugares nos aprovisionaremos de munición y conoceremos la precaria calidad de vida de esta pobre gente: delincuencia y crimen, prostitución, mutaciones, guerras, hambre, drogadicción... No se puede interactuar casi con las personas pero sí escuchar sus conversaciones.

Metro: Last Light está dividido en capítulos que a su vez cuentan con varios puntos de control. La duración total oscila en torno a las nueve horas, y la dificultad es la justa. Hacer acopio de oxígeno y proyectiles nos evitará apuros innecesarios.



Cuestiones técnicas

La inmersión en esta lúgubre atmósfera no sería tan intensa sin un apartado técnico de altura. Unas texturas de gran calidad son el marco perfecto para una lograda puesta en escena de los detalles. La ambientación es sórdida (hasta cadáveres de niños abrazados a sus padres) y en ella se distinguen perfectamente dos épocas: una más reciente y otra de un par de décadas atrás, cuando se desencadenó el caos. Los rótulos en ruso son otro golpe de efecto para el jugador occidental.

La muerte de inocentes es una constante en todo el juego.

La decadencia orienta a la sociedad hacia lo más sórdido.


La suciedad del metro queda retratada por una excelente iluminación. Es notorio el contraste entre el angosto y decrépito subterráneo y la sobrecogedora superficie. Todo destila realismo pese a lo irreal del argumento.

Los modelados tanto de bestias como de humanos son bastante buenos, aunque la expresión facial no es muy destacada. Pequeños 'bugs' no empañan el buen quehacer técnico a nivel visual. Un aspecto a subrayar es la física de los objetos destructibles.

Los efectos de sonoro son de gran calidad y funcionan perfectamente. Ruidos ambientales en territorios desolados hielan la sangre. La banda sonora cumple su función al realzar la acción y reflejar las emociones. El doblaje al castellano es completo y profesional. La combinación de gráficos y audio son la clave de la espectacularidad de algunos momentos impactantes.

El misterioso Oscuro al que debemos encontrar.

La ambientación macabra es muy realista.


Conclusión

Inteligente y fascinante, Metro: Last Light es un juego de disparos en primera persona muy distinto al resto. Recorrer las decadentes vías de metro y la desolada superficie con la amenaza constante de quedarnos sin oxígeno o ser atacado por criaturas feroces es toda una experiencia. La jugabilidad es muy amena y tanto la ambientación como la parte técnica son soberbias. Todo esto empequeñece algunos fallos de la IA.


Puntuación: 9

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