domingo, 10 de noviembre de 2013

BioShock alcanza el cielo

BioShock Infinite


La historia

BioShock Infinite (2013), desarrollado por Irrational Games y distribuido por 2K Games, es la esperadísima tercera parte de una saga brillante que nació en en el año 2007. Esta serie de videojuegos destaca por sus trabajados argumentos y su capacidad de absorber al jugador, aspectos que se han potenciado aún más en esta sorprendente entrega.

Tras la habitual entrada en un faro situado en medio del océano, no nos sumergimos en las profunidades marinas, sino que nos elevamos hasta la ciudad flotante de Columbia, un prodigio tecnológico de principios del siglo XX. Una secta omnipresente, frases lapidarias, y unos pocos chapoteos nos evocan los anteriores BioShock. Pero de pronto accedemos a un paraíso lleno de luz y armonía donde los habitantes se sienten seguros y viven pacíficamente. Rebuscamos en los cubos de basura sin ningún reparo, y aunque la gente nos mira un poco raro, tampoco nos censura abiertamente. Entre lo poco que sabemos se encuentra nuestra misión principal: rescatar a una joven llamada Elizabeth.

Vista de la idílica Columbia.

La adorable Elizabeth será nuestra compañera durante gran parte del juego.


Después de indagar un poco más descubriremos la verdadera cara de este nuevo Edén. Segregación racial y fanatismo religioso se combinan para dar forma a una sociedad enfrentada e intolerante. Con una guerra civil a punto de estallar, nuestra protegida se revelará como un arma casi definitiva.

Elizabeth, encantadora y con carácter, adquiere un carisma enorme. El personaje que controlamos tiene rostro por primera vez en BioShock. El misterioso Booker DeWitt hace frecuentes comentarios que dan a conocer su personalidad obstinada, dura y un poco desenfadada. Sus lagunas mentales irán desapareciendo en una aventura aérea sin parangón.


Jugabilidad

Como los anteriores juegos de BioShockInfinite es un juego de disparos en primera persona. Cuenta con los movimientos básicos (correr, saltar, agacharse) y con el característico sistema de ataque de esta saga: por un lado tenemos armas de fuego, y por otro vigorizadores (similares a los plásmidos), que son habilidades sobrehumanas muy variadas que emplearemos con nuestras propias manos. Con el último recurso, por supuesto, del ataque cuerpo a cuerpo.

En esta ocasión sólo podremos cargar con dos armas, de modo que con frecuencia deberemos recoger las que dejen nuestros enemigos o encontremos por nuestra cuenta. A este respecto apuntamos una incoherencia bastante jocosa: ¿cómo es posible que hallemos munición para lanzacohetes en una papelera? Como en los anteriores juegos, nuestras armas podrán ser mejoradas en algunas de las numerosas máquinas expendedoras que se encuentran por toda Columbia, que también nos proporcionarán munición, salud y sales. Aumentar la capacidad del cargador, incrementar el daño o reducir el retroceso son algunas de estas modificaciones. El abanico de nuestro potencial ofensivo es muy amplio (pistola, ametralladora, escopeta, carabina, fusil de francotirador, cañón de mano...), y deberemos seleccionar las armas más adecuadas a los distintos escenarios que visitemos.

Las tropas de los dos bandos enfrentados tratarán de detenernos.

Deberemos buscar los objetos cuyas propiedades nos convengan.


Por contra, podemos equiparnos con todos los vigorizadores que queramos. Proyectar bolas de fuego, lanzar ataque de cuervos o convertir un enemigo en aliado son algunos ejemplos. Los vigorizadores, que también son susceptibles de potenciarse en máquinas expendedoras, cuentan con dos modalidades de ataque. El primario ocasionará un daño directo en el punto que nosotros queramos, mientras que el secundario ofrece la posibilidad de emplazar trampas letales que se activarán cuando nuestros enemigos pasen por encima.

Recoger comida nos concederá más salud, mientras que el café y los refrescos otorgarán sales, sustancia necesaria para utilizar los vigorizadores. También hay fórmulas mixtas, como el alcohol, que suben la salud y bajan las sales o viceversa. Eso sí, a diferencia de los dos primeros BioShock, aquí no podremos acumular ni botiquines ni frascos de sales. Deberemos, pues, 'estar al día' y aprovechar al máximo los objetos que veamos durante nuestra travesía.

Junto a la salud y a la reserva de sales, otra barra a tener en cuenta es el escudo, que se regenera automáticamente con el paso del tiempo. Estos tres niveles básicos pueden aumentar su capacidad máxima a nuestra elección mediante la ingesta de infusiones. También podremos incorporar algunas mejoras del equipo (calzado, por ejemplo) que nos concederán ciertas bonificaciones.

Un de los novedosos aspectos que caracterizan a Infinite es el gancho, herramienta con la que podremos acometer violentos ataques físicos, saltar para alcanzar zonas altas y desplazarnos por el sistema de aerocarriles que recorren Columbia.

El gancho nos permitirá salvar obstáculos y acceder a determinadas zonas.

Nosotros decidimos qué queremos potenciar: la salud, el escudo o las reservas de sales.


Otro de esos aspectos es la joven Elizabeth, que nos acompañará en nuestra aventura y nos ayudará en la medida de lo posible. Abrir puertas con ganzúas, proveernos de sales, municiones y botiquines, descifrar mensajes cifrados y encontrar dinero serán sus principales habilidades. Además de abrir desgarros, portales que dan acceso a mundos paralelos. Este recurso permitirá a Elizabeth proporcionarnos armas o máquinas defensivas, pero también trasladarnos a otras dimensiones. También conversará con nosotros, se fijará en las cosas que encuentre extrañas y señalará las ganzúas que encuentre para que las recojamos. En los momentos de combate se esconderá de forma convincente, y cuando nos siga no lo hará de forma poco natural. Si perdemos todos los puntos de salud, será ella quien nos reviva. La IA de este personaje es, sencillamente, extraordinaria.

BioShock Infinite es un juego con una trama lineal en el que podemos realizar elecciones intrascendentes. Por ejemplo, quitar la vida o perdonársela a un determinado personaje. También tendremos la posibilidad de emprender pequeñas misiones opcionales, como descubrir el baúl que abre la llave que acabamos de encontrar. A veces retrocederemos para poder entrar en zonas que antes permanecían inaccesibles, aunque hemos de tener en cuenta que al cruzar determinados puntos ya no podremos volver atrás. El juego se divide en capítulos que cuentan en su inicio con un punto de control. No se puede guardar partida en medio de un capítulo.

Fiel a la tradición de BioShock, Irrational Games disemina por Infinite numerosos diarios grabados o voxáfonos que podemos coleccionar. Algunas de estas piezas de audio serán indispensables para entender la compleja historia del videojuego. Las retrospecciones puntuales del protagonista tratarán de alumbrar un poco su oscuro pasado. Otro logro es el de utilizar todos los kinetoscopios de Columbia,  en los que se proyectan breves documentales mudos sobre la historia de la ciudad.

Realizaremos trepidantes viajes a través de los aerocarriles.

Los hermanos Lutece, intrigantes personajes que aparecerán en los lugares más insospechados.


Infinite ofrece tres niveles de dificultad que pueden modificarse en cualquier momento de la partida. Al margen de los consejos que contienen las pantallas de carga, durante el juego podemos activar la opción de recibir explicaciones sobre cómo funciona una determinada arma o qué cosas puede hacer Elizabeth. A diferencia de sus predecesores, esta tercera entrega de BioShock no cuenta con un mapa. Eso sí, en muchas paredes hallaremos planos zonales que ayudarán a situarnos.


Cuestiones técnicas

Las primeras impresiones que tenemos de Columbia son deliciosas y deslumbrantes, y lo son todavía más cuando conocemos el contraste de la cara oscura de la ciudad: los oscuros suburbios. El diseño de los escenarios es exquisito, plagado de detalles, y ello invita a detenerse para observarlos. El balanceo de esta Venecia flotante, con edificios sobre plataformas flotantes, es un recurso muy envolvente. Las variaciones en la iluminación están muy bien logradas.

También es palpable la diferencia entre los distintos barrios de la ciudad, desde el área más lujosa a los muelles, pasando por la playa, la feria o el interior de un colosal museo. Y todo esto cambia cuando se da el pistoletazo inicial del cruento enfrentamiento bélico que divide a la población.

Contrasta la presencia multitudinaria de gente con los espacios decrépitos y vacíos de los dos primeros juegos de BioShock. Los personajes están trazados de forma realista, y los modelos son suficientemente variados como para 'engañar' al jugador. En definitiva, gracias al apartado visual Columbia es uno de los entornos más memorables del universo de los videojuegos.

Elizabeth puede generar desgarros para concedernos provisiones.

La paradisíaca Columbia oculta suburbios tercermundistas en sus entrañas.


El campo sonoro es igualmente soberbio. Los efectos sonoros parecen muy realistas, y eso teniendo en cuenta la presencia de vigorizadores y algunos elementos sobrenaturales. El sonido ambiente está pulcramente cuidado. La ambientación de Infinite es, pues, inmejorable. El doblaje al castellano de las voces raya a un gran nivel de calidad.

Garry Schyman prosigue su colaboración con BioShock aportando una banda sonora magnífica. La variedad de su partitura se ajusta al devenir del videojuego, tornándose unas veces plácida y angelical y otras nerviosa e irritante. Además, diversas piezas musicales populares (el Réquiem de Mozart, God only knows...) aparecen provocando complicidad y gratas sorpresas. Hasta la pieza más famosa de la banda sonora de El Golpe aparece en el menú principal y las pantallas de carga. Algunas de estas canciones, como Will the circle be unbroken son en realidad guiños que se comprenden una vez terminada la historia.

Sólo le ponemos una única pega a la música. Después de varias horas de juego advertimos que la música cambia bruscamente, cada vez que despachamos al último enemigo presente, con lo que no hemos de preocuparnos más tratando de estar alerta ante ataques imprevistos.


Conclusión

Infinite es uno de los juegos del año, y un dignísimo sucesor de BioShock. Quién iba a decir que una historia tan enrevesada estaría destinada a un juego de disparos, y aun así la fórmula funciona perfectamente. La figura de Elizabeth es una compañía muy grata en un juego con acción a raudales y una jugabilidad muy disfrutable.

En la playa de la Bahía del Acorazado.

La encarnizada contienda transformará tanto a Columbia como a Elizabeth.


Técnicamente impecable, Infinite será recordado por muchas razones. Columbia es una ciudad tan pintoresca como Rapture, y en lo visual es todavía más atractiva. El final, con múltiples interpretaciones, es el broche dorado para un argumento propio de una gran película de Christopher Nolan. Imprescindible.


Puntuación: 9

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