martes, 27 de agosto de 2013

Anhelando el Elíseo

Elysium


El desarrollo de los efectos especiales ha reorientado la producción cinematográfica en la misma dirección que tomó en sus inicios, esto es, en el espectáculo puro. El volumen de las películas cuya existencia no se concebiría sin los medios tecnológicos actuales crece progresivamente. Con el apoyo del público, por supuesto, que cada vez más concibe la sala de cine como un espacio dedicado a los apabullantes filmes de acción.

El otro día contemplé Elysium (2013), el segundo largometraje del sudafricano Neil Blomkamp. Al igual que en Distrito 9, que contaba con una alegoría del apartheid y del racismo por extensión, se plasma aquí un conflicto social a partir de una historia de ciencia ficción. La lucha de clases se radicaliza hasta un punto en el que sólo unos pocos privilegiados viven en una opulenta estación espacial, mientras que el grueso de la humanidad puebla una Tierra llena de suburbios. Por un cúmulo de sucesos, Max (Matt Damon), un terrícola corriente, tratará de conseguir la igualdad de derechos para todos los humanos.

Ni la radiación ni las puñaladas en el hígado mermarán a Don Limpio.


No sé por qué, pero en las películas y los libros futuristas siempre se colocan fechas demasiado cercanas como para que nos podamos creer la evolución que hipotéticamente experimentará nuestro planeta en un breve periodo de tiempo. Mencionaremos 1984 de Orwell (publicada en 1949) y 2001: Una odisea del espacio de Kurbrick (estrenada en 1968). En esta ocasión se fija el año 2159, fecha en la que, de acuerdo con mi bola de cristal, todavía seguiremos limpiándonos el trasero con papel.

Una vez dicho esto, procedamos a repasar algunos aspectos positivos de la cinta de Blomkamp. El diseño de producción y los efectos especiales, principal soporte de una película como la que nos ocupa, están muy cuidados. Los espectadores que esperen disfrutar de estos rasgos verán cumplidas sus expectativas. Más allá de eso, la idea distópica sobre la que gira el argumento es buena y atractiva. Pocas veces se ha representado de forma tan visual la separación entre pobres y ricos. Y es igualmente interesante la lucha por la consecución de la sanidad pública universal, tema de debate en EE.UU. Los actores, por su parte, están correctos, destacando una repelente Jodie Foster.

Sin embargo, Elysium adolece de escasa profundidad en su planteamiento. Causa sorpresa que un realizador que sorprendió tanto en su anterior película caiga esta vez en los tópicos más viejos del cine. Citemos algunos interrogantes cuyas respuestas no son difíciles de conocer:

- ¿Qué le pasa al mejor amigo del héroe, que además le salva la vida a éste?
- ¿Qué le pasa a la hija gravemente enferma de la mujer que le gusta al héroe?
- ¿El malo de la película tiene pinta de extranjero loco? Incluso se llama Kruger, demonios.
- ¿Dónde tiene lugar la acción? ¿Nueva York? No, la otra opción. Ahhh, Los Ángeles. Correcto.



Por otra parte, los personajes son muy planos, y de la mayoría apenas sabemos nada. Las analepsis, centradas en Max y en la mujer que conoce desde niño, no encajan bien y resultan levemente molestas. Para una película que dura cerca de dos horas, podrían haberse trabajado más estos puntos, seguramente en perjuicio de las escenas de acción, generalmente de combate al más puro estilo Terminator.

En definitiva, se trata de una cinta entretenida pero un poco decepcionante que sobresale en el terreno yermo del verano. Blomkamp se postula como una figura de relevancia en la nueva generación de directores de cine de ciencia ficción, tal vez el campo más prometedor dentro de este arte. Por lo menos las cintas del realizador sudafricano invitan un poco a la reflexión, y desde el punto de vista estético, son notables.


Puntuación: 6



T.O.: Elysium / EE.UU. / 2013 / Dirección: Neil Blomkamp / Elenco: Matt Damon, Jodie Foster, Sharito Copley, Alice Braga, Talisa Soto / Género: Ciencia ficción / Duración: 109 minutos

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