Arroz amargo
El neorrealismo italiano dejó un legado imprescindible tanto en lo puramente cinematográfico, con obras maestras como Ladrón de bicicletas o La tierra tiembla, como en lo social, dado que retrataba las duras condiciones de vida de las clases humildes en la Italia de posguerra. Arroz amargo (1949), del cineasta Giuseppe De Santis (Roma a las 11, Caza trágica), fue uno de los filmes más destacados y exitosos de esta corriente.
Walter, un delincuente de poca monta, ha inducido a su amante Francesca, camarera de hotel, a robar las joyas de una cliente del establecimiento. En su huida de la policía llegan a una estación de ferrocarril abarrotada por el inicio de la temporada del arroz. Ambos deciden ocultarse entre las recolectoras que parten a los arrozales del valle del Po.
De Santis presenta un par de innovaciones a tener en cuenta. En primer lugar, aporta una atención en lo formal que contrasta con las realizaciones casi toscas del neorrealismo italiano. Detectamos el uso de la grúa en algunos planos y movimientos de cámara poco usuales no ya en el cine itálico, sino en el europeo en su conjunto.
El segundo elemento llamativo es el aroma a cine negro que impregna Arroz amargo, situándose al mismo nivel que el propio drama. El aspecto de las dos actrices principales, Silvana Mangano y Doris Dowling, parece sacado de una película de Hollywood. Impulsivo e ingenuo el personaje de la primera y experimentado y desengañado el de la segunda, el duelo interpretativo mantenido por ambas es notable. Raf Vallone y un genial Vittorio Gassman contribuyen a alimentar la tensión psicológica que flota durante todo el metraje.
La película critica las miserables condiciones laborales al tiempo que retrata una época. Bailes rurales, soldados, jornaleras, un fotógrafo ambulante... Todo ello sin descuidar un ápice una trama atractiva y bien desarrollada. Quedan algunas escenas para el recuerdo, como la del intercambio de cánticos en los arrozales.
Una de las razones de la popularidad inmediata de Arroz amargo quizá fuera la sensualidad que desprenden el filme de De Santis y las dos protagonistas en particular. Se observa a mujeres que plantan arroz con las piernas al descubierto, bailan el 'boogie-woogie' y conviven en ropa interior en algunas escenas, todo un atrevimiento para 1949. En España, sin ir más lejos, la cinta sufrió algún que otro tijeretazo y una temprana retirada de la cartelera por las críticas moralistas.
En suma, se trata de una obra con grandes interpretaciones encuadrada en una ambientación única. Sin lugar a dudas, una de las películas más recomendables del cine italiano de posguera, lo cual es mucho decir. Todo un clásico.
Puntuación: 8
El personaje de Vittorio Gassman será una amenaza constante. |
La película critica las miserables condiciones laborales al tiempo que retrata una época. Bailes rurales, soldados, jornaleras, un fotógrafo ambulante... Todo ello sin descuidar un ápice una trama atractiva y bien desarrollada. Quedan algunas escenas para el recuerdo, como la del intercambio de cánticos en los arrozales.
Una de las razones de la popularidad inmediata de Arroz amargo quizá fuera la sensualidad que desprenden el filme de De Santis y las dos protagonistas en particular. Se observa a mujeres que plantan arroz con las piernas al descubierto, bailan el 'boogie-woogie' y conviven en ropa interior en algunas escenas, todo un atrevimiento para 1949. En España, sin ir más lejos, la cinta sufrió algún que otro tijeretazo y una temprana retirada de la cartelera por las críticas moralistas.
En suma, se trata de una obra con grandes interpretaciones encuadrada en una ambientación única. Sin lugar a dudas, una de las películas más recomendables del cine italiano de posguera, lo cual es mucho decir. Todo un clásico.
Puntuación: 8
T.O.: Riso amaro / Italia / 1949 / Dirección: Giuseppe De Santis / Elenco: Silvana Mangano, Doris Dowling, Vittorio Gassman, Raf Vallone, Checco Rissone / Género: Drama / Duración: 108 minutos |
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