La buena mentira
Hay una clase de películas en las que importa más el tema que tratan que la ficción narrativa que cuentan. Exponen un problema y transmiten un buen mensaje para concienciar, a poder ser con un guión entretenido que satisfaga al público. El canadiense Philippe Falardeau (Profesor Lazhar, No he sido yo, ¡lo juro!) nos trae eso mismo a la cartelera con su último filme.
La buena mentira cuenta la epopeya de unos niños víctimas de la guerra civil sudanesa que fueron acogidos como refugiados en Estados Unidos. Allí conocen a Carrie (Reese Whiterspoon), una trabajadora social que intenta enseñarles a amoldarse al modo de vida de un país desarrollado pero en ocasiones insensible. La historia está inspirada en hechos reales.
Si bien Reese Whiterspoon es uno de los principales reclamos del cartel, la actriz no aparece en pantalla hasta bien pasada la media hora. Los verdaderos protagonistas son los personajes africanos, interpretados en su versión infantil por descendientes de refugiados sudaneses y por actores con fuertes lazos con Sudán (dos de ellos incluso fueron niños soldado) en su versión adulta.
La película de Falardeau puede dividirse en dos partes bien diferenciadas tanto en lo estético como en lo argumental. La historia arranca a finales de los años ochenta con la epopeya de unos niños que lo han perdido todo y caminan a lo largo de mil kilómetros (desde Sudán hasta Etiopía y luego hasta Kenia) en busca de un campamento de refugiados que les dé cobijo. Sin comida ni agua y bajo la constante amenaza de caer en las manos del ejército, su situación es crítica y angustiosa.
Los paisajes africanos, con estampa de la puesta de sol en la sabana incluida, contrastan con los escenarios que veremos en el segundo bloque. Un salto temporal hasta el año 2000 y espacial hasta Kansas City se traduce en una especie de capítulo de Tarzán en Nueva York en el que los africanos se sorprenden del contraste cultural y de los avances tecnológicos del primer mundo. Esta segunda parte se reserva toques cómicos para hacer más digestible la crudeza mostrada previamente.
A nivel puramente cinematográfico el filme cumple con creces. Desasosiega primero, hace reír después y hasta conmueve al final. En este sentido podemos decir que estamos ante una buena película.
La buena mentira, eso sí, puede pecar de superficial al no tratar con profundidad el conflicto sudanés o el trato indiferente que reciben los refugiados en sus países de acogida. Pese a caer en estos defectos propios del cine con mensaje, el público se puede formar una idea y queda invitado a informarse por su propia cuenta.
La singular Carrie tratando de integrar a los inmigrantes. |
Si bien Reese Whiterspoon es uno de los principales reclamos del cartel, la actriz no aparece en pantalla hasta bien pasada la media hora. Los verdaderos protagonistas son los personajes africanos, interpretados en su versión infantil por descendientes de refugiados sudaneses y por actores con fuertes lazos con Sudán (dos de ellos incluso fueron niños soldado) en su versión adulta.
La película de Falardeau puede dividirse en dos partes bien diferenciadas tanto en lo estético como en lo argumental. La historia arranca a finales de los años ochenta con la epopeya de unos niños que lo han perdido todo y caminan a lo largo de mil kilómetros (desde Sudán hasta Etiopía y luego hasta Kenia) en busca de un campamento de refugiados que les dé cobijo. Sin comida ni agua y bajo la constante amenaza de caer en las manos del ejército, su situación es crítica y angustiosa.
El comienzo narra la travesía de unos niños desesperados. |
Los paisajes africanos, con estampa de la puesta de sol en la sabana incluida, contrastan con los escenarios que veremos en el segundo bloque. Un salto temporal hasta el año 2000 y espacial hasta Kansas City se traduce en una especie de capítulo de Tarzán en Nueva York en el que los africanos se sorprenden del contraste cultural y de los avances tecnológicos del primer mundo. Esta segunda parte se reserva toques cómicos para hacer más digestible la crudeza mostrada previamente.
A nivel puramente cinematográfico el filme cumple con creces. Desasosiega primero, hace reír después y hasta conmueve al final. En este sentido podemos decir que estamos ante una buena película.
La buena mentira, eso sí, puede pecar de superficial al no tratar con profundidad el conflicto sudanés o el trato indiferente que reciben los refugiados en sus países de acogida. Pese a caer en estos defectos propios del cine con mensaje, el público se puede formar una idea y queda invitado a informarse por su propia cuenta.
Puntuación: 6,5
T.O.: The Good Lie / EE.UU. / 2014 / Dirección: Philippe Falardeau / Elenco: Reese Whiterspoon, Arnold Oceng, Ger Duany, Emmanuel Jal, Corey Stoll / Género: Intriga / Duración: 110 minutos |
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