Elysium
El desarrollo de los efectos especiales ha reorientado la producción cinematográfica en la misma dirección que tomó en sus inicios, esto es, en el espectáculo puro. El volumen de las películas cuya existencia no se concebiría sin los medios tecnológicos actuales crece progresivamente. Con el apoyo del público, por supuesto, que cada vez más concibe la sala de cine como un espacio dedicado a los apabullantes filmes de acción.
El otro día contemplé Elysium (2013), el segundo largometraje del sudafricano Neil Blomkamp. Al igual que en Distrito 9, que contaba con una alegoría del apartheid y del racismo por extensión, se plasma aquí un conflicto social a partir de una historia de ciencia ficción. La lucha de clases se radicaliza hasta un punto en el que sólo unos pocos privilegiados viven en una opulenta estación espacial, mientras que el grueso de la humanidad puebla una Tierra llena de suburbios. Por un cúmulo de sucesos, Max (Matt Damon), un terrícola corriente, tratará de conseguir la igualdad de derechos para todos los humanos.