Star Wars: El despertar de la Fuerza
Cuando Disney compró Lucasfilm por más de 3.000 millones de euros a finales de 2012, estaba claro que la amortización de semejante desembolso estaba meditada y sería próxima. Tres años han sido suficientes para presentar la primera entrega de una nueva trilogía de La guerra de las galaxias, sin duda uno de los negocios más suculentos de la industria cinematográfica.
Como contrapartida a la oportunidad económica hay que señalar que el séptimo capítulo de Star Wars es un desafío enorme. Al fin y al cabo, el cierre de El retorno del jedi era redondo, y las exigencias del público son altas. Por eso el director es alguien contrastado como J.J. Abrams (responsable de los últimos filmes de Star Trek) y la fórmula escogida es la más conservadora posible.
Treinta años después de la victoria de la Alianza Rebelde sobre el Emperador, la situación de la galaxia no ha cambiado mucho. Una fuerza paramilitar conocida como la Primera Orden ha tomado el relevo del Imperio, con una Resistencia capitaneada por Leia Organa. En ese panorama se mueven una joven chatarrera y un desertor de la Primera Orden, que topan con un androide con información confidencial.
El despertar de la Fuerza repite planteamiento y maneras de la trilogía clásica de George Lucas. No busca sorprender, sino simplemente satisfacer dentro de su espectacularidad. Personalmente, siempre he encontrado encomiable que los capítulos I, II y III abordaran temas como la política o los midiclorianos poniéndolos al mismo nivel que la acción. Alimentar el trasfondo de un universo creativo siempre es bueno. Estas películas, eternamente infravaloradas, jugaban además con la desventaja de ser precuelas y por ende de tener un final conocido de antemano.
Abrams recupera la esencia aventurera de la trilogía original, sin molestarse en lo más mínimo en informar del nuevo contexto de la saga. ¿Se hará el sueco el realizador como en Perdidos? Quien quiera ponerse al día habrá de recurrir a novelas y cómics para engrosar las cuentas de Disney por otras vías, al más puro estilo Marvel. El depurado estilo visual, el gran sentido del ritmo y la reaparición de viejas glorias como Han Solo, Leia o Chewbacca son los principales puntos fuertes de la película.
Harrison Ford y Carrie Fisher se codean con las nuevas incorporaciones, algunas más solventes que otras. Destaca para bien Daisy Ridley como protagonista, pero el nuevo villano a medio entrenar es peor que un dolor de muelas: débil, ridículo, indigno de una espada láser tan grande... un perdedor en toda regla. O Kylo Ren (interpretado por Adam Driver) experimenta una evolución tan grande como la de Anakin Skywalker o lastrará toda la trilogía.
Todo lo que uno espera de una película de La guerra de las galaxias lo tiene El despertar de la Fuerza, y no es ninguna casualidad. Lo que Disney ha engendrado es un refrito nada disimulado de Una nueva esperanza, para gozo de unos e indignación de otros. En cualquier caso, sobre este experimento hay que remitirse al grito entusiasmado de Anakin y decir: "¡sí que funcionaaaa!".
Resulta complejo juzgar este Episodio VII de forma independiente, sin contar con sus dos filmes posteriores. Pero como entretenimiento es muy disfrutable, incluso para quien no se emocione con ver de nuevo a los ídolos de su infancia.
Puntuación: 7,5
T.O.: Star Wars. Episode VII: The Force Awakens / EE.UU. / 2015 / Dirección: J.J. Abrams / Elenco: Daisy Ridley, John Boyega, Harrison Ford, Carrie Fisher, Adam Driver / Género: Ciencia ficción / Duración: 135 minutos |
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