miércoles, 13 de julio de 2011

Satán está al volante

Hermanos, vivimos en medio de veloces y despiadadas máquinas, conocidas comúnmente como vehículos. A doquiera que vayas te hallarás asediado por mastodontes mecánicos pilotados por cabezas de chorlito. No entiendo cómo es posible que no se le haga una prueba psicológica a los futuros conductores antes de otorgarles la pertinente licencia.

Garrulos que se creen los zares del asfalto desconciertan a los moradores de la urbe utilizando sus bocinas continuamente y gritando palabrejas obscenas. A toda esta gentuza impaciente, que ya está acelerando y dando voces cuando el disco rojo del semáforo aún está encendido, debería retirársele el permiso de conducción, pues constituyen un peligro potencial para los ciudadanos.

También existe una especie humanoide que se caracteriza por estacionar su contaminante trasto en cualquier lugar, sin importarle que esté interrumpiendo la circulación. Probablemente, si a toda esta chusma se le retirase la licencia habría plazas de aparcamiento para todos los conductores sanos, y a modo de 'bonus track' habría menor contaminación.


Pero si el ser humano es temible sobre ruedas, no lo es menos cuando se desplaza sobre sus propias piernas. Niños que cruzan calles corriendo sin molestarse en mirar a los lados, hombres que andan absortos mientras teclean sus aparejos ultratecnológicos, viejos melancólicos de aquella época del caballo y burro y caminan por donde les da la real gana a paso de tortuga, madres que se ponen a conversar dejando el carrito del niño asomando por donde vienen los coches... Todos esos problemas estresan al auriga de bien, oh hermanos, y tarde o temprano sucederá la terrible desgracia.

Esta sociedad está enferma, es una manzana putrefacta carcomida por aquellos facinerosos a los que se les conceden más responsabilidades de las que pueden acarrear. Y la capacidad de dirigir un vehículo motorizado es una de esas grandes responsabilidades.

PS: Los ciclistas son el cáncer del tráfico de vehículos, pero lo pagarán caro.

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