martes, 13 de octubre de 2009

Y el Nobel al despropósito es para...

¡Demonios! Según parece, en estos días un Nobel tiene el mismo precio que un caramelito de esos de menta. ¿De quién carajo fue la idea de concederle el Nobel de la Paz a B. Obama? ¿Es que acaso ha hecho algo todavía? Sí, desde que asumiera la presidencia del segundo país más poderoso del mundo (sólo por detrás de Andorra) hace unos meses, Obama no ha parado de... hablar. No ha dado un palo al agua, pero eso sí, el ''brother'' ha declamado unos discursos (supuestamente) extraordinarios (que a mí ni me conmueven ni me convencen todo sea dicho).

Y eso es todo, con unas cuantas palabritas ha bastado para que los suecos decidan darle el dichoso premio al Mr. President. Realmente, a uno se le pueden ocurrir varias razones que ''expliquen'' este despropósito. Una de ellas, que Obama sea negro. ``¡Guau!´´, pensó todo el mundo, ``un negrata puede ser presidente´´. La triste realidad, sin embargo, es que dejando a un lado el color de la piel de este ''oscuro'' personaje, nos encontramos ante un ''cristiano'' que defiende la investigación con células embrionarias, o ante alguien que afirmó haber consumido marihuana y cocaína durante su adolescencia. En definitiva, un capullo.



Otra absurda razón por la que los Ikeos o suecos le dieran el Nobel a Barack Osama es la comparación con su antecesor, George W. Bush. Y es que, como de costumbre, la Umanidad (la ausencia de la hache es por puro desprecio) se busca a alguien y lo demoniza, como expiando sus innumerables defectos y fechorías y concentrándolos en sólo unas cuantas personas (hoy es Bush, ayer Hitler, mañana... ¿Copito de Nieve?). Y pobrecito el señor Bush, que en verdad hizo lo que tenía que hacer (y lo que habría hecho también el Partido Demócrata) para garantizar la estabilidad actual en el plano internacional. Pero claro, nuestro querido George es, ni más ni menos, ''el Diablo'', como dice alguien tan buena persona y demócrata como Hugo Chávez. En resumen, que aunque Obama se las dé de Gandhi, él habría hecho exactamente lo mismo que Bush, y de hecho ahora mismo ya lleva el camino de hacerlo: que tiemble Irán. Y que conste que a mí todo esto me parece correcto, ni más ni menos.

Cambiando de tema, yo no le encuentro ese irresistible ''glamour'' a la familia de Obama, en la cual hasta el perro es famoso, y estoy hasta las cejas del maldito ``Yes, we can´´. La verdad es que, viendo lo que lleva haciendo el presi hasta ahora, su lema se quedó a mitad: ``Yes, we can... swindle you´´ (``Sí, podemos... timarte´´).

Cada vez estoy más convencido de que los auténticos Nobel son los Ig Nobel, cuya fama se acrecenta con el paso del tiempo. Y llegará el tiempo en que los Nobel se conviertan, definitivamente, en una farsa. De hecho, si alguien dijera que el Premio de la Paz ha sido otorgado al pacífico Arafat, ¿quién pensaría que no se trata de una broma de los paródicos Ig Nobel, y no de los ''serios'' Nobel? Corren malos tiempos, sin duda, quizá la solución sea cojer el metro para escapar de ellos.

Finalizo pues mi escrito citando al sabio Groucho Marx (que por supuesto no era pariente de Karl):
``Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio.´´
``Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros.´´

Amén.

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