Nos encontramos en un local abandonado y ruinoso: un tugurio. Éste es propiedad del barero local de la ciudad, Brío. La pocilga en cuestión cuenta con una mugrienta barra, repleta de vómitos disecados de agradecidos clientes; un karaoke, que por problemas técnicos (está apagado) no funciona, y los usuarios tienen que berrear a gritos; además, cerca de la barra hay una mesa en la que unos parroquianos juegan al dominó. Un poco más allá hay unos cagaderos, pero el hedor que de éstos se desprende es suficiente para mantener a los clientes alejados.
Tras la barra, cómo no, está Brío, fingiendo que limpia vasos, cuando en realidad tan sólo escupe en ellos. En el karaoke se halla el maestro Kant, que entona una canción tan pegadiza que ya se ha formado una cola para darle una paliza. En la mesa, jugando al dominó y apostando elevadas sumas de dinero, se encuentran Stalin, Sagasta, John Wayne, Ernesto ``Ché´´Guevara y el todopoderoso Anthony Hopkins. La partida la va ganando Hopkins.
De pronto, entra en el cubículo Taíke (un borracho), vestido con capa y sombrero de copa. Se sienta en la barra y entabla conversación con Brian (Brío), con connotaciones sexuales.
-Tú ya sabes que a mí me da igual mujer que hombre que tubo de escape.
Brío se muestra de acuerdo.
Sagasta se levanta y se marcha. Taíke le pregunta al Tato (Brío) por qué.
-Es que sa-gastao los dineros. ¡Ja, ja, ja!
-¿Eh?
La partida de dominó prosigue. Entonces es Stalin quien se larga.
-¿Por qué no sigue jugando?-interroga Taíke.
-Porque stá-linpio. ¡Ja, ja, ja!-exclama Brío con gran risa.
-¿Eh?
Gracias a Dios, la locaza de Kant ha acabdo ya su puta mierda de canción reivindicativa gay.
-Gracias a todos vosotros, en especial a aquéllos que pertenezcan a nuestra comunidad de ``Locas por los vestiditos´´. ¿Por qué no aplaudís?
Como respuesta, Brian le lanza una botella que le alcanza en el rostro. No obstante, John Wayne dice:
-Anda, kánt-ame otra. No les hagas caso, a mí me la pones dura.
Los presentes enmudecen y se le quedan mirando al cowboy (cowold).
-John, ¿quién se pone los vestiditos de mamá cuando no está en casa?-inquiere el anciano Hopkins.
-¡Yo! ¡Yooooo!-grita con voz de pito Kant. Ahora es Taíke quien le arroja un taburete a la cara. Y le da.
La partida continúa, y minutos después abandona John Wayne. Fuera se oyen bramidos como de un monstruo enfurecido: AGUS (un tipo insoportable y más horrendo que el diablo). Él se queja porque no le dejan entrar. Y es que en el cartel de la entrada pone ``SÓLO SOCIOS´´, y más abajo (y ésta es la auténtica causa) ``PERROS NO´´.
Kant empieza a cantar ``In the navy´´, y Taíke echa la pota. Antes de que Wayne salga, se oye a A. Hopkins decir:
-¿Eres tú John Wayne o soy yo?
J. Wayne se gira, desenfunda y le acierta en todo el ojo a Kant. Y es que si bebes no conduzcas, y sobre todo no dispares un arma. Bueno, puedes hacerlo, pero confundirás al genio interpretativo de Anthony con ese pedante insoportable y locaza de Kant.
Acto seguido, nuestro vaquero con cáncer favorito se desploma. Afuera se oye esa risita de hiena esquilada pasada por agua del Yeti (Agus). Es de suponer que le resulta risible ver caer a un viejuno.
Así pues, en la partida quedan nuestro Hopkins y el ``Ché´´ Guevara. Pero éste se arruina, y le propone al primero que acepte un cheque.
-¡No quiero tus cheque-varas, mamonazo!-grita, rojo de ira-. Yo no me fío de nadie que lleve boina antes de cumplir los 60 años. Pero te diré lo que vas a hacer, pichafloja: ahora mismo te vas al cagadero y te afeitas de una vez.
-Pero las únicas cuchillas de afeitar que hay en el ``tigre´´ son las que usa la Tati para depilarse el culo- se queja con lágrimas en los ojos-. Y esa furcia tendrá sida, herpes, diarrea, resfriado...
Al oír el vocablo ``furcia´´ referido a su santa (y puta) mamaíta, Brío el ``barero´´ estalla en blasfemias (``cagüenlaputaaa´´), espasmos y flatulencias. Arranca media barra de golpe y la arroja sobre Guevara, que queda sepultado.
Finalmente, Hopkins se marcha, no sin antes decir ``¡Con la pasta que he ganado no volveré nunca a este refugio de putones, gusanos inmundos y mierdas pasados por agua!´´. De nuevo Brío se irrita, e irrumpe en lindezas del tipo ``¡MIERDA, MIERDA, HIJO DE PUTA!´´.
Pero Taíke le intenta consolar con este poema:
``Brío, Brío, reina de los mares,
tú eres el modelo de todos los truhanes.
Tal vez no dances con soltura,
pero igualmente me la pones dura.´´
Brian se ríe, se largan del bar, cierran (ya limpiarán otro día) y se van a dormir al parque.
ACTA EST FABULA
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