miércoles, 12 de agosto de 2009

Crítica gastronómica

Hermanos, os presento una refinada crítica gastronómica de un camarada mío, enfurecido como el mismísimo Neptuno cuando tiene que ir al baño. No me hago responsable de las palabras del ilustre F.P.M.

"Ésta es una crítica a un restaurante de cuyo nombre no quiero acordarme al que tuve la desgracia que ir.

Como todos sabemos, el domingo no es un día en que nos encontremos con mucha energía, así que el pasado domingo 19 de octubre, mi familia y yo decidimos ir allí a comer. En mi opinión no se está en ningún sitio como en casa, así que decidí a regañadientes ir a ese penoso restaurante.

En primer lugar, decir quisiera que como es costumbre ver ese sitio abarrotado de gente (algo sorprendente, debido a mi horrorosa vivencia), ese día no había apenas nadie. Íbamos mis padres, mi hermana y yo, y solamente con entrar me horroricé al observar que sólo había dos camareros para tan gran local. Luego subimos a la planta de arriba, y al contemplar que sólo había dos mesas ocupadas, tuve el erróneo presentimiento de que todo iba a ir bien.
Al poco tiempo descubrí que estaba equivocado con mi pronóstico, ya que, al venir el camarero, que llegó a los veinte minutos pasados de sentarnos, nos puso los pelos de punta. Nos dijo que de primer plato sólo había dos opciones: paella (hecha por un sucio marroquí, era la peor bazofia que he probado, como si fuera una mierda con un poco de meada a modo de salsa) y sopa (plato que acabó por pedir mi madre y que parecía Coca-cola con piedras del río a modo de tropezones). ante semejante cagada de plato, mi padre, mi hermana y yo pedimos una ensalada (sin saber a lo que nos íbamos a enfrentar).

Luego el ``waiter´´ nos dijo que de segundo plato había la sorprendente variedad de emperador por una parte y lomo al jerez (esto me recuerda a Frasier) por la otra, a lo que respondimos que queríamos emperador. De beber pedimos vino, agua y Coca-cola Light, que por cierto nos dijeron que se les había agotado (a mí sí que se me estaba agotando la paciencia, ¡cabrones!). A los pocos minutos de irse el jodido camarero, que por cierto no para de reírse (maldito hijo de perra), volvió y nos dijo se había terminado el emperador (vaya, qué sorpresa, teniendo en cuenta que sólo había 4 putas mesas ocupadas en ese jodido restaurante). Como todo iba de mal en peor, el imbécil del camarero (que sufría de alzheimer) nos dijo que para compensarnos por lo sucedido podría hacer la vista gorda y traernos ternera con patatas (coño, es lo mínimo, ¿no?).

Vale, eso fue el principio y parte del desarrollo, aunque luego (a los 15 minutos) nos trajeron la mierda de ensalada, no sin llevársela aleando que aún no estaba totalmente preparada (joder, ¿qué le faltaba? ¿Cagar encima o qué?). Al cabo de un rato nos trajeron la peor ensalada (¿qué digo? La peor mierda de vaca pasada por el horno) con diferencia que he tenido la desgracia de comer. A ver, coño, ¿a qué estúpido gilipollas se le ocurre la brillante idea de ponerle a una simple ensalada fruta (kiwi, melón era), pasas (una buena dosis de caquitas de los dioses), trozos de queso caducados, aceitunas tan negras que parecían vómito de gato y otras sustancias extraídas del ecopark de 1945?

Después de degustar un trozo de infierno mezclado con ácido sulfúrico, nos trajeron un plato de pan tostado y dos cuencos, uno de ajoaceite, cuyas manchas grises afirmaban por sí solas que ese potingue estaba más pasado que un cadáver de rata, y otro de salsa de tomate (que parecía sangre de ciervo con pelo humano). Al cabo de media hora (cómo no), nos trajeron el segundo plato y no pude evitar comentar irónicamente que ese restaurante era de 5 estrellas, a lo que el camarero respondió: ``pero si sólo tiene dos cubiertos´´. Con esa respuesta nos hizo descubrir la increíble lucidez con la que pensaba, y en ese preciso instante pensé ``si tiene dos cubiertos, uno estará roto y el otro enfermo´´.



Pero el colmo fue cuando el camarero se disculpó diciendo que era sólo un `ìncompetente´´empleado y su jefe estaba ejerciendo de cocinero (en ese momento deseé tener a mano un depósito de gasolina y una cerilla para hacer arder en el infierno esa cagada de prostíbulo). Me calmé un poco degustando el segundo plato, ya que estuve un buen rato descojonándome y sintiendo pura pena por esa cueva de cucarachas (el local).

Finalmente, vino el camarero concediéndonos el privilegio de elegir lo que quisiéramos para el postre (¡anda, no me jodas!), a lo que nos dijo que tenían flan de coco, mousse de chocolate y otra bazofia de repulsivo nombre. El problema tuvo lugar cuando mi padre preguntó si tenían flan de huevo, pregunta que acogió el subnormal con un ``no lo sé´´ (coño, estamos apañados) y se fue corriendo como un burro con diarrea.. Al cabo de un rato regresó y nos sirvió el puto postre acompañado de unos cafés para mis padres y mi hermana. Cuando terminamos y pagamos, nos largamos corriendo de ese antro como alma que lleva el diablo, jurando no volver en lo que nos queda de vida.

Quisiera decir a modo de despedida que aviso a toda la humanidad de que, si aún les queda una pizca de buen gusto y aprecio por sus estómagos, no se atrevan por nada del mundo a ir a esa cagada de restaurante (nombre que por cierto no se merece), ya que si lo hacen tendrán una experiencia más que negativa y recordarán ese jodido día como el día en que fueron al infierno y pudieron escapar para contarlo.

F.P.M., persona muy arrepentida de haber hecho caso a sus padres y haberse adentrado en las oscuras profundidades de un agujero negro. "

Amén

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