viernes, 16 de julio de 2010

Interrupción inmoral de la vida

Hermanos, hoy dedicaré unos párrafos a ese genocidio que sesga alrededor de 40 millones de vidas cada año a escala mundial (más de 100.000 diarios). Recientemente, el Gobierno de la Prosperidad y la Sabiduría ha aprobado una sangrienta reforma del aborto que me abstendré de comentar (informaos por ahí, que a mí me entran náuseas). El vil asesinato de personas cuyo crimen simplemente es... ¿existir? es apoyado por la gran mayoría de los parásitos que dirigen la política en nuestro "civilizado" Occidente. Tan civilizado que se limpian el culo con los derechos humanos básicos, tan civilizado que consideran que las personas con ciertas deficiencias o directamente sin ellas no merecen vivir. Cuando veo cosas como ésta no puedo hacer otra cosa que no sea desear que ciertas personas no hubieran salido jamás de la sucia gruta por la que vinieron al mundo para contaminarlo. Un buen litro de vómito me recorre el cuerpo de abajo arriba en estos momentos, hermanos.

No importa que la sacratísima Constitución Española (que algunos idolatran y la consideran la perfección hecha escrito) reconozca el derecho a la vida. Según parece, este derecho se restringe a si estás fuera o todavía dentro del horno. Públicamente decir quisiera que este documento me parece una solemne cagada, un ambiguo, pedante y apestoso truño en blanco y negro.

No importa tampoco que haya estudios que confirmen que es cuatro veces más peligroso para las mujeres abortar que dar a luz. Ni los efectos secundarios como la depresión, el aumento de probabilidades de suicidio, el riesgo de cáncer de mama,etc. Ni que una abrumadora mayoría de los médicos se niegue a practicar estas aberraciones. En el fondo, como diría la Ministra de Insanidad, la medicina es una quimera.

Afortunadamente, los misterios de la vida nos deparan también bienes. En concreto, recientemente hallé una extraordinaria conexión entre nuestros amiguitos Friedrich Nietzsche y Edvard Munch, que se materializa en esta inconmensurable obra plástica:



Este sobrecogedor lienzo no requiere más explicaciones, de modo que cesaré en el acto de escribir. Sólo una última cosa: ¿en qué estaba pensando Niche cuando se le pintó este retrato (es una licencia poética, ya que no creo que se juntaran para pintar el cuadrito)? Se aceptan sugerencias.

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