domingo, 6 de junio de 2010

Brujas en el súper

Hermanos, de nuevo he de empezar la disertación de cada post refiriendo cierta situación que ha tenido lugar en una de esas morgues del arco iris llamadas Mercadona. En este caso, yo me hallaba guardando cola para efectuar la compra de mi avituallamiento (no sólo de pan vive el hombre, también de horchata). A propósito, he de prestar testamento de esos dos certeros enunciados del código de Hammurabi: “La fila de al lado siempre va más rápido” y “No vale la pena cambiarse de fila, la otra es siempre más rápida”. Bueno, como decía, yo estaba esperando mi turno, cuando detrás de mí escucho a dos furcias darle al palique. Mi olfato me indicó que eran argentinas (y el enervante acento de su parloteo me lo confirmó), por lo que, como supondréis, el 50% de las palabras que utilizaban eran “boludo”, “pelotudo” y curiosamente “darle trompadas”.

Una vez más, me pregunté cómo podía ser que dos especímenes tan aberrantes transitaran a mi alrededor. La única explicación a la presencia de tales residuos la encontré al pensar que alguien no había leído el cartel de “Prohibido tirar la basura”. Ciertamente, algún necio desvergonzado había arrojado su mierda a la puerta del tugurio, y estas dos cucarachas habían medrado alimentándose de la mugre que caracteriza a los supermercados.



Retomando el hilo (cual avezado sastre florentino), el caso es que una de las tiparracas, la que tenía la voz cantante (pues la otra se limitaba a asentir y reírle las [des]gracias) iba contando su vida a modo de curri en lata. Por ejemplo, recuerdo haber oído que su padre la insultó “de arriba abajo”, empezando por “mierda” (me figuro que era su nombre de pila), y que ella permaneció silente ante tal cúmulo de infamias (verdades), actitud que fue aplaudida posteriormente por su psicólogo. Pero vamos a ver, rata asquerosa, ¿acaso te crees que alguien en su sano juicio, especialmente un loquero ávido de euros-aurelios, no te va a felicitar porque por una vez en tu puerca vida mantengas la bocaza cerrada, pedorra cuescada? Huelga decir que la otra imbécil le rió el relato cual hiena al acecho de un ser moribundo.

Por desgracia, la incompetente con muletas que tenía delante estaba rezagándose, así que todavía tuve que rebajar mi autoestima como ser humano al escuchar a Doña Palurda de Atrás un par de minutos. En primer lugar, dijo que tenía “un cuerpaso muy lindo”. Ante tal afirmación, no pude resistir la tentación de girarme, y como cabía esperar no me encontré a Faye Dunaway precisamente (la de hace 40 años digo, aunque la de ahora tiene “un cuerpaso” similar). ¡Engendro! Peor fue la otra muestra de su avería mental, pues comenzó a explicar que se había comprado “un vibrador, una pisha”. La cercana presencia de una niña no frenó en absoluto su ponzoñosa cháchara, y una vez más me lamenté haber olvidado la guadaña en casa. El único punto positivo de este bochornoso e infernal momento fue saber que recurría a artilugios para satisfacer su apetito fornicador, con lo que podría descartarse (al menos por el momento) que pudiera infestar el mundo con su descendencia.

Y todas estas desgracias al poco tiempo de saber que, en el metro, hay “abuelas gordas y sudorosas” que restriegan sus “cuerpasos” contra las manos de los inocentes pasajeros, según me explicó Miku el maoísta. Visto lo leído, está claro que el transporte público y los supermercados son auténticos hervideros de chusma. Desde mi caverna propongo a los sociópatas que se lían a tiros en institutos, calles, puestos de trabajo, etc. que lleven a cabo sus ruidosos planes en estos lugares. Al menos, si se cepillan a una veintena de personas en estos sitios, no podremos lamentar una gran pérdida.

Respecto a la NBA, una vez más el espíritu weinoriano se ha ido al carajo. Los Léikers han devuelto al desierto a los Soletes de Phoenix, mientras que los Mágicos de Orlando se han quedado sin el apoyo de Campanilla. Ahora mismo, los viejunos de Boston intentan frenar a Los Angelitos. Ya veremos quién se hace con el título, pero desde luego a estas alturas las Weinor-expectativas se han ido al traste.


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