sábado, 12 de mayo de 2012

Coprofagia y malas pulgas

20:43 horas. Después de un fatigoso día, el Reverendo Weinor se dispone a retornar a su guarida. Fatídicamente, vuestro hermano ha de recurrir a ese demoníaco medio de transporte que es el autobús. Y digo fatídicamente porque en cada viaje tengo la oportunidad de contemplar un espectáculo bochornoso.

En esta ocasión, el autobús estaba ocupado solamente por el conductor, una silente joven, la protagonista del esperpento y vuestro Reverendo Weinor. La protagonista de la lamentable secuencia tendría unos 40 años (las drogas le alargaban la edad aparente), y cuando subió al vehículo, en la siguiente parada éste se detuvo. La sentencia del conductor, “vamos a hacer una pausa”, vino acompañada de un bufido y unas amenazantes palabras de “¿Que qué? ¿De cuánto tiempo?”. “Diez minutos”, respondió el chófer abandonando el autobús. “Jjjoderrr. ¿Diez minutos? Esto es la polla, vaya puta mierda”.


Es Mi Tortura, oh hermanos.

Y tenía razón, porque soportar durante diez minutos a semejante elemento en el interior de un automóvil detenido fue un suplicio. Hablaba como el tono de una perra ahorcada, y además pronunciaba acusadamente las jotas, que en ocasiones sustituían a las eses (“ejj que”). Tras un cúmulo de exclamaciones contra la EMT, el conductor y la madre que lo dio a luz, sonó una estruendosa melodía en su teléfono móvil. La batahola de su “música” ya era un preludio del tormento al que nos iba a someter.

No podría decir si su interlocutor era su vástago, pero tenía toda la pinta. "¿Que te has dejado las llaves y no puedes entrar? Joder, me cago en la puta, pues a mí no me da tiempo de ir a Mercadona ahora.  ¿Sabes que vas a cenar? Mierda. ¿Me oyes? MIERDA. Vas a cenar mierda. A ti se te ha acabado el chollo conmigo (s.c.), ¿vale? […] Tienes que coger siempre las llaves, ¡siempre! Cuando se sale de casa se coge el móvil y las putas llaves […] Muy bien, muy bien, no pasa nada, ¿no? Vas a tu bola y no pasa nada". La conversación transcrurrió a lo largo de varios minutos, y alcanzó su fin con esa horrenda expresión que es "punto pelota".

Vuestro hermano Weinor ahogaba sus risas mientras escuchaba a esta  condenada coprófaga, y la otra pasajera trató de permanecer hierática ante tal abundancia de necedad. El conductor regresó, y entonces se puso a debatir con la mujer descarriada, que presumió de tener amenazado al alcalde de su localidad para que no alterara el funcionamiento de una línea de autobús. Incluso intentó ganarse la complicidad del chófer tratando de excusar el retraso ("la culpa la tienen los de arriba, ya lo sé"), pero ese hombre no era estúpido y trató de esquivar a la bruja.

Finalmente el autobús reanudó su marcha a las 21:00 horas, y de hecho salió disparado como un tiro, algo así como el carruaje de Un médico rural de Kafka. ¿Algún día prohibirán la entrada a los medios de transporte públicos a los animales? Veremos.

2 comentarios:

  1. hahahahahahahaha!!!! si es que los autobuses son horribles, te lo dice un experto

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  2. Y hay quien dice que los metros son peores, pero es que francamente lo dudo. Nada como hacer un trayecto de 25-30 minutos rodeado de la escoria más mefítica de la comarca.

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