"Siempre acabamos llegando a donde nos esperan", como bien dice el Libro de los Itinerarios. Pues bien, se ve que el individuo a quien voy a hacer referencia hoy acabará llegando al manicomio, donde tiempo ha que le aguardan.
El personaje en cuestión se le apareció a un conocido mío, que estaba adquiriendo víveres en uno de esos establecimientos repletos de cadáveres comúnmente denominado Mercadona. Se disponía a sumarse a la cola para efectuar su adquisición cuando un hombre cortés, formal y canoso le interpeló de la siguiente manera: "Disculpe, ¿podría dejarme a mí primero? Sólo he de comprar esto", y señalaba comida para pájaros. Gentilmente mi allegado le cedió paso a este caballero de la triste figura.
Al llegarle el turno de apoquinar, el elegante anciano dijo a la cajera: "Este amable caballero me ha permitido pasar primero". Y esto sin venir a cuento. Pero lo realmente impactante fue el mensaje de oligofrénico sin redención que le lanzó a mi conocido apenas había terminado de pagar lo suyo: "Que Dios te lo pague. Y si no te lo paga me lo dices, que él tiene cuentas pendientes conmigo".
Sublime. El pobre viejales estaba como una puta regadera, y no descarto que su demencia sea consecuencia de la ingesta de comida de pájaros. Con gente así resulta temerario salir a la calle, hermanos, incluso si sólo pretendes hacer acopio de alimentos. Esperemos que pronto tenga lugar el Día de la Purga y este hediondo mundo refulja como el sol.
Sublime. El pobre viejales estaba como una puta regadera, y no descarto que su demencia sea consecuencia de la ingesta de comida de pájaros. Con gente así resulta temerario salir a la calle, hermanos, incluso si sólo pretendes hacer acopio de alimentos. Esperemos que pronto tenga lugar el Día de la Purga y este hediondo mundo refulja como el sol.
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