Extrañas son las cosas que le suceden a vuestro hermano Weinor. Ayer fue un día de contrastes. Cómo no, en el autobús, que es el vehículo de la plebe, observé varios hechos dignos de mención. El primero, que al señor conductor se le ha ido la pinza y me ha devuelto más dinero del que le he entregado para pagar el billete. Ver como me largaba las monedas de 1 y 2 euros ha sido un gratificante espectáculo. Lo mejor ha sido una inusual sensación de gozo conforme me retiraba con un dinerillo de más.
jueves, 22 de abril de 2010
El autobús de la psiqué
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lunes, 19 de abril de 2010
Ramiro Aldunate, favorito para los playoffs
Desde hace unas semanas, aquí el hermano Weinor ha sucumbido ante el flamante poderío de uno de los hijos secretos de Zeus. Me refiero, como habréis intuido (los que tengáis cerebro, obviamente), a Ramiro Aldunate, el becerro de oro del momento (a la espera de que vuelva Moisés de la letrina), también conocido como Ramiro Magno. Ramiro Aldunate es el redactor más legendario de ese Ku Klux Klan del deporte que es Marca.com.
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lunes, 5 de abril de 2010
Escena IV: El Bosque (6.ª parte)
El centauro Wilbur conduce al Dr. Lawrence y al Sargento Hartman a su morada, una confortable cueva oculta tras la maleza. Por el camino, Hartman va dándole vueltas a cierto asunto.
-Oye, guardabosques...
-¡Guardián de El Bosque, querrás decir! Mi estatus es de los más altos de toda esta compleja fauna.
-Lo que tú digas, truño con plumas. El caso es que me estaba preguntando una cosa... ¿Los caballos te la ponen dura?
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viernes, 2 de abril de 2010
Desde mi trono de marfil
Hermanos, aquí el Reverendo Weinor se halla en el lecho de muerte. Bueno, quizá no sea muy exacta esta afirmación. Mejor sería decir que no puedo estar apartado del váter, la taza de té más célebre de todos los tiempos. Al margen de la gastroenteritis que fustiga mis tripas, lo que más me ha turbado en el día de hoy ha sido una furtiva llamada telefónica a las 16:39 horas. Tras sumir mi televisor en un silencio sepulcral (¡con lo interesante que estaba el documental!), contemplo que el número del malhechor que me está llamando es 246, simplemente 246.
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