miércoles, 20 de abril de 2011

Financiando a los gérmenes

Oh, hermanos, mi sangre es un torrente de rápidos líquidos. Si hay algo que me suscita ira son las subvenciones. Entendamos por subvenciones el apoyo económico a personas, empresas o colectivos para que realicen una determinada labor.

Es perfectamente comprensible que los gobiernos de todos los mundos intenten estimular a los genios en potencia mediante el apoyo pecuniario. Así, los investigadores que tratan de hallar un remedio al cáncer o el estreñimiento, o los cineastas capaces de generar obras de impagable impacto por los conflictos que plantea bien pueden recibir subvenciones para proseguir con sus actividades por bien de la sociedad.


Sin embargo, en la actualidad asistimos a un bochornoso espectáculo de tómbola de feria en el que hasta el más vil y deficiente de los seres humanos puede llevarse un jugoso botín por ser un muerto de hambre o por servilismo político.



No entiendo por qué el típico patán, sinvergüenza e intelectualmente lego obtiene 5.000 euros de beca para que prosiga con sus estudios universitarios. Al parecer, su demostrada ineptitud, patente en los resultados académicos, no impide que le lluevan los aurelios como mierda del cielo simplemente por no tener una renta alta. Es lamentable que pazguatos tales se forren a costa de los ciudadanos contribuyentes para seguir viviendo del cuento en las facultades (si es que se dignan a asistir).

No es menos infame que "artistas" de la calaña de Amodóvar reciban millones de euros al año para parir engendros de la peor calaña. Para la calamitosa labor que está realizando, el Ministerio de Cultura (Basura) bien podría ser suprimido. Pongo aquí un vídeo de nuestros más admirados talentos nacionales:


Seguramente los habréis reconocido por sus impagables e imperecederas películas y canciones como por ejemplo... eeeh... ejem... eeeh. Bueno, por sus populares rostros. Manada de parásitos, devolved el dineramen que habéis chupado a cambio de hacer ese gesto tan innoble.

En fin, me despido humildemente no sin antes solicitar una puta subvención para el Reverendo Weinor, que en mi vida no he recibido más que palos.

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