martes, 28 de septiembre de 2010

Así habló Sacarina

Hermanos, en estos días en los que los niños nacen con un IPod insertado en lo más profundo del recto he estado leyendo las andanzas de Zaratustra, escritas por nuestro viejo camarada Friedrich Nietzsche. El Bigotudo se inspira en cierto persa vendedor de alfombras para parir las aventuras de Zaratustra, un tipo holgazán sin oficio ni beneficio que dedica su tiempo a pervertir las mentes de las gentes de los lares por los que se desplaza su rastrero cuerpo de reptil. Concretamente, el Zarzuelas arremete contra la religión (de hecho afirma que Dios ha muerto cada cinco páginas), anuncia la llegada del Übermensch (que debe ser un supermercado), nos habla de la voluntad de poder (de poder soportarte, basura) y del eterno retorno de lo idéntico (que no sé lo que es). Vamos, que voy por la mitad del librito y me divierto mucho enterándome de las andanzas de ese chapero alborotador.

Ciertamente no puedo dejar de observar que la forma en que se expresa el botarate de Nietzsche es muy semejante a la que utiliza vuestro Reverendo Weinor. Tales coincidencias bien podrían explicarse si creemos en la reencarnación, pero si lo que de verdad queremos es la juerga en nuestras venas tendremos que dirigirnos hacia los grandes predicadores de nuestro tiempo. Entre ellos encontramos al célebre Padre Jony, propenso a meterle ritmo de rock a las canciones de la parroquia. Para ejemplo, un botón:


Todo un prodigio de la predicación. Echemos un vistazo también a un fraile un tanto peculiar. El franciscano que vais a ver a continuación tenía 62 años cuando alcanzó la cima del éxito. Al asistir a un concierto de Metallica, el viejuno decidió decir las verdades de la moral cristiana en formato de Heavy Metal. Lamentablemente se retiró de la música, pero el único disco que grabó su grupo, Frate Metallo, es un auténtico tesoro. Uno de sus temazos, a continuación:


Pero sin lugar a objeciones, el momento más sublime de los últimos días fue el día en que recibí la cuantiosa recompensa por acertar 10 resultados de la quiniela. 5,02 euros (no perdoné ni los céntimos) me fueron donados en condición de docto chamán. Es la primera vez que obtengo pecunia de estos azarosos juegos, pero tampoco creo que sea la última.

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