"¿Te puedo decir algo con toda la sinceridad del mundo, con el corazón?". Así comenzaba el calvario, hermanos. Un tipo de unos 17 años con aspecto de yonki y aroma de indigente (heces de gato) se me aproximaba planteándome la citada pregunta. Tras unos titubeos de desconcierto, he acertado a decir "Sí" con un hilo de voz. Mi asenso, caballeros, ha resultado ser un craso error.