miércoles, 5 de noviembre de 2014

Los reyes de la fiesta

El conflicto de los Hermanos Marx


Si Los cuatro cocos (1929) era un aviso de lo que podian llegar a hacer los Hermanos Marx en la gran pantalla, su segunda película fue la confirmación. El conflicto de los Hermanos Marx (1930) volvió a dejar de manifiesto la inigualable facilidad de estos cómicos para hacer reír.

De nuevo una adaptación cinematográfica de una obra que los hermanos representaban en Broadway y de nuevo un presupuesto bajo, pero Groucho y compañía no necesitaban más para realizar una de las más locas y divertidas películas de su filmografía. Victor Heerman (Mi chico) fue el director de la cinta y por tanto el encargado de aplicar orden al caos inherente a los Marx.

Chico dando un curioso recital de piano a la concurrencia.


La señora Ritenhouse (Margaret Dumont) organiza una fiesta en su suntuosa mansión a la que asiste lo más selecto de la aristocracia estadounidense. El colofón a la velada es la exposición de un valioso cuadro que no obstante aparece sustituido por una burda copia. Entre los invitados se encuentra el capitán Spaulding (Groucho), famoso explorador de África, que encabezará la investigación sobre la desaparición de la pintura con la ayuda del músico Emanuel Ravelli (Chico) y su enigmático socio, El Profesor (Harpo).

La obra vuelve a girar en torno a un robo, esta vez de una pintura. Aparecen, como de costumbre, los personajes estereotipados propios de las películas de los Marx. Tenemos a un Groucho insolente interesado por la fortuna de la dama rica de turno interpretada por Dumont; a Chico y a Harpo tratando de limpiar bolsillos; a Zeppo en un papel muy pequeño, en este caso como secretario del Capitán Spaulding; a una joven pareja de enamorados y soñadores; a una villana con un secuaz que obra el robo; a un estirado inspector de policía, etc.

Todas estas piezas funcionan bien. Groucho y Chico brillan con dos de sus personajes más célebres, y Harpo añade una buena dosis de surrealismo a un filme ya descabellado por sí. Margaret Dumont, esa 'hermana Marx' de adopción, recibe las locuras con mucho acierto. El romance que sostienen Lillian Roth y John Parker es un tanto pícaro y mucho menos ñoño que en otras ocasiones.

Harpo y Chico tienen su propia manera de jugar a las cartas.


La trama es la excusa para el despliegue cómico, y de no ser por las payasadas estaríamos ante un filme mediocre. Casi como teatro filmado, observamos que buena parte de las escenas está rodada con una única cámara frontal. Groucho, además, aprovecha para dirigirse al público en varias ocasiones. Un aspecto positivo de El conflicto es la menor presencia de la música en el metraje. Unos pegadizos coros iniciales, un jocoso 'gag' al piano por parte de Chico y la tradicional sesión de arpa por parte de Harpo constituyen la única pausa a tanta locura.

En el fondo de la trama subyace una sátira a las clases altas por su ociosidad, hipocresía e ignorancia. Vemos así a un reputado coleccionista de arte que dobla valiosos cuadros como si fueran periódicos o cómo se confunden ante la impertinencia de Chico y la mezcolanza verbal de Groucho, que abarca halagos e insultos a partes iguales.



La agilidad e irreverencia de los diálogos y el humor físico dejan escenas memorables y como la disparatada partida de bridge entre Harpo, Chico, Dumont y una amiga suya, el relato del Capitán Spaulding sobre su aventura africana, o el dictado de una carta a su secretario. Las carcajadas son continuas y están garantizadas.

En conclusión, una de las mejores cintas de los Hermanos Marx en su primera etapa, aquella en la que el argumento no era tan importante como las majaderías. Delirante de principio a fin, El conflicto es indispensable para quien disfrute con la comedia absurda.


Puntuación: 8,5


T.O.: Animal Crackers / EE.UU. / 1930 / Dirección: Victor Heerman / Elenco: Groucho Marx, Chico Marx, Harpo Marx, Zeppo Marx, Margaret Dumont / Género: Comedia / Duración: 98 minutos

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