domingo, 12 de enero de 2014

Cubriendo las espaldas de la Compañía de Anillo

El Señor de los Anillos: La Guerra del Norte


Historia

Tras la exitosa trilogía cinematográfica de Peter Jackson, el universo de Tolkien fue explotado con numerosos videojuegos de variados géneros. Transcurrido el 'boom' inicial, aún hoy se producen juegos relacionados, si bien a un ritmo muy discreto. Ocho años después de la última película llegó El Señor de los Anullos: La Guerra del Norte (2011), una prueba de que a la Tierra Media todavía se le pueden extraer evasión y entretenimiento.

Esta obra de Snowblind Studios plantea un argumento inédito. El montaraz Eradan, la hechicera elfa Andriel y el guerrero enano Farin comienzan su aventura hablando con Aragorn en El Pony Pisador. Allí acuerdan desbaratar las operaciones de Sauron en las tierras septentrionales mientras la Compañía del Anillo se dirige a Mordor. 

Farin, Andriel y Eradan se toparán con grandes obstáculos.

Aragorn y Elrond, esculpidos como en las películas.




El peculiar trío protagonista (a semejanza de Aragorn, Legolas y Gimli) tratará de detener al temible Agandaûr, caudillo de orcos, combinando sus letales habilidades. También se toparán con adversarios inesperados, que poco o nada tienen que ver con la guerra entre los pueblos libres  y el Señor Oscuro: tumularios, arañas, gigantes, etc. Nuestros héroes, eso sí, no estarán solos. Contarán con la ayuda de águilas, enanos y elfos, y además visitarán parajes tan dispares como el Bosque Negro o una ciudad enana ubicada en el interior de una montaña. En ese sentido,  La Guerra del Norte tiene un aire más parejo a El Hobbit que a El Señor de los Anillos.

También trabaremos conversación con personajes de la talla de Elrond, Gandalf, Radagast, Arwen o Glóin. En general, la historia es verosímil dentro de la obra tolkeniana, y resulta interesante pese a que sepamos cómo va a terminar todo. Eso sí, es una lástima que no se haya profundizado apenas en la historia de los personajes principales. Poco o nada sabemos de su pasado.

En cualquier caso, La Guerra del Norte promete combates sin tregua, enemigos de altura, encuentros con personajes de leyenda, la visita a lugares pintorescos... La propuesta no está nada mal.

Modificando el inventario para equipar al personaje.

La brujería es una herramienta común del enemigo.


Jugabilidad

Nos encontramos ante un juego de acción en tercera persona con una carga de rol considerable. Tiene un cierto aire a Skyrim (de hecho ambos videojuegos son de 2011) pero todas las comparaciones son favorables a aquél.

La Guerra del Norte está enfocado principalmente al combate, que no obstante peca de ser demasiado simple. Los tres personajes que controlamos disponen de un ataque simple, uno fuerte y el uso de armas de larga distancia. No hay combos, pero sí se puede dar golpes finales o de gracia. Tenemos la posibilidad de bloquear para defendernos.

Una serie de poderes complementan estas acciones. Para desarrollarlas nos veremos obligados a ganar experiencia matando enemigos. Al margen de las habilidades concretas (como incrementar el daño temporalmente o generar un escudo sanador), podemos potenciar nuestro ataque, resistencia y capacidad de uso de armas o elementos mágicos.

Se masca la emboscada...

Sangre negruzca de orco y extremidades cercenadas.


Cada uno de nuestros personajes está orientado hacia un tipo de lucha concreto. Por citar algunos ejemplos, Farin tiene más bonificaciones si empuña un arma de dos manos, y Eradan encontrará en el arco un instrumento mortífero. Podemos organizar nuestro inventario y usar pociones y otros objetos para optimizar nuestro potencial. El dinero, que se halla dentro de cajas y barriles o en los bolsillos de nuestras víctimas, nos será útil para adquirir elementos en las tiendas y poder repararlos, ya que se gastan en función del uso dado.

Es bastante evidente que la jugabilidad está orientada al juego cooperativo. La IA de nuestros compañeros no es que sea mala, pero su rendimiento es sensiblemente inferior al que podría desempeñar un jugador humano. En caso de jugar individualmente, nos irritará comprobar que no podemos sumar los puntos de habilidad a nuestros aliados ni disponer su equipación. Es más, ellos no emplean por defecto las mejores armas y piezas de armadura disponibles.

En caso de que algún aliado caiga en combate, podrá ser revivido y dispondrá de toda la barra de salud. Cuando a los tres miembros de la singular compañía se les agote la vida, perderemos la partida. A lo largo de los niveles hay un número considerable de puntos de control, por lo que en general no supondrá un grave problema. Además de los capítulos que conforman nuestra aventura principal, también podremos participar en misiones reto, consistentes en repeler sucesivas hordas de enemigos para defender escenarios emblemáticos como el bosque de Lórien.

La lluvia empapa a los personajes.

Hallazgo de un rastro dúnedain.


El mapa nos permite viajar a diversas zonas del norte de la Tierra Media. Algunos personajes nos encargarán recados, como recoger cierta cantidad de determinada planta. Además, cada lugar entraña secretos que sólo podremos descubrir si manejamos al personaje correcto: Eradar puede seguir rastros  dúnedain, Farin es capaz de tumbar muros endebles y Andriel recoge hierbas para fabricar pociones. Todo esto no oculta lo estrictamente lineal de la trama. En ocasiones comprobaremos que no podemos retroceder tras cruzar un punto de control por un absurdo recurso del escenario.

La duración total de La Guerra del Norte es bastante prolongada, y la dificultad se va incrementando conforme avanzamos en nuestro camino. La variedad de enemigos (trasgos, orcos, trolls, huargos...) es tal que en cierto modo disimula lo repetitivo del combate.


Cuestiones técnicas

Este juego no sobresale en ningún aspecto, pero cumple holgadamente en todos ellos. Destaca la violencia de las batallas, con miembros amputados por doquier y nuestros personajes salpicados de sangre ajena. Las cinemáticas de las muertes por golpe final están bien realizadas, y los mutilados  se retuercen de dolor antes de expirar.

El majadero de Radagast, uno de tantas personalidades emblemáticas.

Podemos escoger nuestras palabras en los diálogos.


Los escenarios son variados y rebosan de detalles. Espectaculares fortalezas, neblinosos túmulos, cumbres nevadas... La Guerra del Norte plantea una riqueza visual similar a la de las películas de El Señor de los Anillos. De hecho, los personajes conocidos por todos como Aragorn o Arwen están modelados a imagen y semejanza de los filmes de Peter Jackson.

Nuestros protagonistas reflejan lo que llevan equipado en el inventario. Vemos así abundancia de cascos, armaduras, armas, botas, etc. Además, tenemos la posibilidad de modificar levemente el rostro de Farin, Andriel y Eradan, lo suficiente como para personalizarlos a nuestro gusto.

El apartado auditivo es más discreto que el gráfico. Los efectos sonoros, tanto de lucha como ambientales, son correctos. Lo más divertido son las frases lapidarias que salen de boca de los guerreros que manejamos. Por ejemplo, Farin tacha de "basura" a las huestes de orcos" al tiempo que Eradar proclama con orgullo: "¡Te enfrentas a un montaraz!". La Guerra del Norte está perfectamente doblado al castellano, aunque las voces de los personajes no son las de las películas. 

Apenas pararemos para respirar.

El reverendo Weinor echando la siesta.


La banda sonora, obra del israelí Inon Zur, está repleta de épica y en compases puntuales se asemeja a la de Howard Shore. La melodía se adecua coherentemente a los momentos de acción.


Conclusión

El Señor de los Anillos: La Guerra del Norte es un videojuego convencional de acción y rol. Su jugabilidad es excesivamente básica, pero esto lo compensan el amplio catálogo de enemigos y escenarios y su larga duración. Es recomendable jugarlo con dos amigos, y no depender de la IA. Se respeta el espíritu de la obra de Tolkien, y los gráficos no están nada mal. Los entusiastas de El Señor de los Anillos lo disfrutarán, pero para el resto puede tratarse de un juego más.


Puntuación: 7

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