jueves, 31 de octubre de 2013

Los tiranos del mundo

Earthlings


Los documentales cinematográficos son tan viejos como el propio cine. De hecho, las primeras películas trataban de mostrar sucesos reales (la salida de los obreros de una fábrica, la llegada de un tren a la estación, etc.). Podemos diferenciar dos clases de documentales. Por un lado, aquellos que se centran en describir; cuentan con imágenes espectaculares, y aunque pueden tener una intención concienciadora, no es ésta las más importante. En este grupo podemos encontrar Planeta Tierra, o Planeta Humano, ambas de producidas por la BBC. Por otro lado, algunas películas plantean una denuncia concreta desde el principio y constituyen un ejercicio argumentativo. Una verdad incómoda, Super Size Me o Bowling for Columbine son ejemplos de esta tendencia.

Como también lo es Earthlings (2003), voz inglesa que significa "terrícolas". Shaun Monson produce, escribe y dirige una de las películas más escalofriantes de la historia del cine. Durante hora y media asistimos a diversas muestras de maltrato animal con el objetivo de criticar las prácticas derivadas del especismo. Este concepto define la distinta consideración moral que tienen los humanos para con el resto de seres vivos. En la cinta de Monson se la compara con el racismo o el sexismo, pero estas formas de discriminación se quedan pequeñas cuando contemplamos el horroroso alcance del desprecio del hombre por la vida animal.

Estooo... no esperaréis que inserte fotogramas de la película...


El abuso del resto de especies por parte del Homo sapiens es abordado en varios campos: las mascotas, la alimentación, las prendas de vestir, el entretenimiento y la experimentación científica. La cinta de Monson comienza con bellas imágenes del Planeta Tierra y la definición del especismo. Después se suceden una serie de cámaras ocultas y grabaciones no profesionales que reflejan tanto la actividad en las grandes industrias como los hábitos de la gente corriente en países en vías de desarrollo. El actor Joaquin Phoenix (Gladiator, La noche es nuestra) ejerce de narrador. A nivel formal destaca cómo se remarcan conceptos y palabras clave con letras blancas sobre un fondo negro.

Earthlings ofrece al espectador la verdad que gran parte de la sociedad no quiere conocer. El filme trata de quebrar la normalización de estas prácticas bárbaras, pero no sugiere ninguna solución concreta. Es una reflexión que abarca muchos ámbitos de la actividad humana, sin detenerse apenas en cada uno de ellos. Las imágenes, eso sí, hablan por sí solas. Un rótulo inicial nos advierte de que no se trata de casos aislados, y lo cierto es que no habría estado de más la aportación de más cifras y estadísticas. Éste es el mayor error que comete Monson, que confía más en los testimonios reales como medio de concienciación del público.

El agónico paso de vacas por el matadero, la crianza de aves en condiciones antihigiénicas, los tormentos durante el entrenamiento de elefantes de circo o las operaciones quirúrgicas sin anestesia practicadas en babuinos son algunas de las aberrantes escenas que podremos ver... y oír. Remarco lo de oír, porque uno no termina de comprender las pesadillas de Clarice Starling y los corderos hasta que no escucha los bramidos de unos animales mientras son exterminados. Entre enloquecedores chillidos, a los lechones les cortan las colas, las orejas, los castran y les arrancan los dientes. Realmente hay momentos en los que no hay más remedio que quitar el audio y desviar la mirada de la pantalla para no perder el juicio.

Una de las pocas imágenes que no lastiman la sensibilidad.

Yo siempre me he preguntado cómo funciona un matadero, y aquí he obtenido una respuesta estremecedora. Uno no da crédito al ver cómo unos seres a los que les practican toda suerte de golpes y tajos todavía respiran cuando van camino de ser descuartizados. Las arcadas son bastante habituales durante el visionado de este documental, y eso que el montaje no se recrea en esas torturas inhumanas.

También observamos la verdadera cara de espectáculos degradantes y brutales como los toros o los rodeos mientras nos explican las secuelas físicas y psicológicas que padecen los animales. El bochorno de formar parte de la humanidad es uno de los poderosos sentimientos que se experimentan mientras observamos a nuestros compañeros de especie provocar el sufrimiento animal para obtener una diversión insana.

Un concepto cuando menos inquietante es que no se perciben diferencias de actitud entre los países más civilizados y los menos. Se muestra, por ejemplo, cómo unas vacas de la India son transportadas y degolladas con extrema crueldad. Pero también la matanza de delfines en pueblos costeros de Japón, a priori un país pacífico y desarrollado. Y es que la tecnología no hace más civilizado al hombre.



La voz de Phoneix se ajusta perfectamente a la narración, aspecto que en un documental es fundamental. Recuerdo, por ejemplo, la voz en off de Belén Rueda en Los reyes del Ártico, donde chirriaba y distraía a partes iguales. Por otra parte, una banda sonora moderna, en su mayoría de Moby, se integra a la película de forma adecuada.

En definitiva, Earthlings es un documental que, aunque no profundiza ni aporta muchas cifras, resulta contundente e invita a la reflexión. Todos tus temores previos se verán confirmados. Mantendrás los ojos abiertos de par en par de puro terror y llegarás a dudar de la humanidad, pero en realidad la única forma de juzgar unos hechos es conocerlos de primera mano. Y ahora, ¿nos da igual cómo nos llega nuestra comida o nuestra ropa? ¿Y de dónde proceden y qué experimentan nuestras mascotas? ¿Y qué se esconde detrás de algunos circos y zoológicos? ¿Y qué atrocidades se cometen en los laboratorios para hacer la vida humana más confortable?


Puntuación: 7



T.O.: Earthlings / EE.UU. / 2005 / Dirección: Shaun Monson / Elenco: - / Género: Documental / Duración: 95 minutos

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