sábado, 18 de julio de 2015

Barbarie sobre ruedas

Mad Max. Salvajes de autopista


En una época en la que prodigan las continuaciones de sagas míticas es interesante regresar en el tiempo para visionar los filmes originales. Recientemente se estrenó con notable éxito Mad Max: Furia en la carretera, una película en la que el australiano George Miller regresaba a su mundo postapocalíptico treinta años después de su última visita.

La primera cinta, Mad Max. Salvajes de autopista (1979), nos sitúa en una tumultuosa sociedad en la que escasea la gasolina y empieza a imperar la anarquía. Durante una persecución por la autopista, el policía Max Rockatansky acaba con el Jinete Nocturno, líder de una banda de moteros y delincuentes. Los miembros de este peligroso grupo juran vengar su muerte.

Mel Gibson en su primer papel destacado.


Con un exiguo presupuesto, Mad Max plantea una sencilla trama sobre la venganza enmarcada en una sociedad que se desmorona. La cinta es ruidosa, salvaje y cuenta con numerosos elementos excéntricos, como la estética garrula y encuerada, los vehículos estrafalarios o los diálogos descreídos y jocosos. No habría estado de más, por otro lado, una mejor descripción sobre los problemas de la época.

Asistimos a un intento de imponer el orden en el caos como si de un enfrentamiento entre forajidos y el sheriff y sus ayudantes se tratara. Un convincente y joven Mel Gibson en su segunda participación cinematográfica contrasta con los exagerados vándalos, propensos a los gritos y a un comportamiento exasperante.

Los integrantes de la banda del Jinete Nocturno acosando a la población.


En el filme se pueden apreciar dos partes bien diferenciadas. En la primera se escenifica el choque de la policía con los malhechores, mientras que en la segunda Max es el centro absoluto. Algunas vibrantes secuencias de acción se alternan con situaciones alargadas en exceso, algo que provocaría un tenue aburrimiento si su duración no fuese de tan sólo de hora y media.

Un aspecto a destacar en la cinta de Miller es la presencia permanente de la violencia, pero no de forma explícita. Delante de la cámara no hay sangre ni vísceras ni torturas de ninguna clase, y sin embargo la sensación de brutalidad está ahí.



Considerada de culto y uno de los mayores exponentes del cine australiano, Mad Max es icónica, ruda y agobiante por momentos. No siempre hacen falta una trama compleja y muchos medios para lograr una película que deje huella. Sin embargo, trasciende más por detalles y elementos aislados que por su conjunto, el cual acusa el paso del tiempo.


Puntuación: 6,5


T.O.: Mad Max / Australia / 1979 / Dirección: George Miller / Elenco: Mel Gibson, Joanne Samuel, Steve Bisley, Hugh Keays-Byrne, Roger Ward / Duración: 90 minutos

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