miércoles, 17 de junio de 2015

Ha llegado el azote de Dios

Total War: Attila


Historia

Quince años atrás, la casa británica The Creative Assembly lanzaba Shogun: Total War, la primera entrega de una de las sagas de videojuegos de estrategia más exitosas de todos los tiempos. Desde entonces han pasado por sus manos diversas épocas, que van del Imperio Romano, hasta los tiempos de Napoleón, pasando por el Medievo y el siglo XVII. En febrero de este año salió el noveno título de la franquicia, ambientado en la convulsa época inmediatamente posterior a la de Total War: Rome II.

Año 395. El Imperio Romano queda definitivamente dividido en dos partes. El de Occidente se desmorona mientras diversas tribus bárbaras invaden su territorio; el de Oriente mira con recelo la pujanza de los Sasánidas, descendientes de los persas. La mayor amenaza, sin embargo, está por llegar: Atila, el azote de Dios, comanda las hordas de hunos dejando a su paso cadáveres y cenizas.

Ser emperador y general al mismo tiempo.

The Creative Assambly nos transporta a la Alta Edad Media.


El marco histórico es idóneo para un videojuego de estas características. Numerosas facciones se abren paso hasta el corazón de un imperio en trance de desintegración, con la sombra de un clan implacable pisándoles los talones. ¿Sobreviviremos al caos?


Jugabilidad

Fiel a la fórmula de Total War, Attila propone una doble vertiente en la estrategia: por un lado, la gestión de imperios por turnos sobre un mapa a escala; por el otro, las batallas tácticas en tiempo real. El mapa disponible comprende Europa, el norte de África y Oriente Próximo, territorios divididos en provincias cada una de las cuales alberga tres poblaciones.

Tenemos a nuestra disposición campañas de diez facciones distintas, que se pueden dividir en cuatro grupos: los hunos, los romanos (tanto Oriente como Occidente), las tribus que vienen del este (alanos, visigodos, sajones, etc.) y los Sasánidas. Saldremos vencedores si cumplimos los objetivos o bien militares o bien culturales que están prefijados. También contamos con nueve batallas históricas a gran escala así como la posibilidad de personalizar nuestros enfrentamientos.

Seleccionar la formación adecuada nos evitará bajas innecesarias.

Cada campaña plantea desafíos distintos.


Cada facción posee rasgos propios como la clase de tropas o la religión, circunstancias que condicionarán nuestras estrategias y la diplomacia. Las tribus germánicas, por ejemplo, son capaces montar campamentos móviles y saquear ciudades. Los hunos, por su parte, se ven forzados a vivir como hordas nómadas al no tener la opción de conquistar ciudades,

El gobierno de nuestro territorio ofrece un amplio abanico de posibilidades. Deberemos mantener el orden público para evitar rebeliones, para lo que será necesario producir una cantidad de oro y alimentos suficiente, mejorar los índices de sanidad e integrar las tierras conquistadas en nuestra cultura. La construcción de edificios las ciudades facilitará la explotación de los recursos.

Edificar en nuestras poblaciones incrementará los ingresos.

Deberemos revisar la lealtad de nuestros familiares.


Aspectos como el espionaje, los acuerdos comerciales y el desarrollo tecnológico están presentes en Attila: Total War. Pero lo más llamativo es la introducción de un árbol genealógico que representa a los personajes históricos de la familia en poder. Para mantener el poder interno habremos de acordar matrimonios políticos, eludir conspiraciones y quitarnos de en medio a quien nos haga sombra.

Los combates se pueden resolver de forma automática o en vivo, siendo la segunda opción siempre más favorable y desde luego más divertida. Si bien todo funciona como en Rome II, han ganado peso los factores que determinan el transcurso de las batallas más allá del número de soldados, como son la fatiga, la meteorología, el terreno (bosques para ocultarse, elevaciones para ampliar el alcance de los proyectiles) o la moral (incendio de las ciudades, captura de puntos estratégicos, muerte del general).

Es recomendable acampar durante las heladas y las sequías.

Obtener una posición ventajosa puede llegar a ser determinante


El extenso catálogo de tropas, cada una con diversas formaciones a su disposición, permite configurar batallas de lo más épico, especialmente en los asedios a ciudades amuralladas (cuyas torres defensivas, por cierto, parecen ametralladoras). La inteligencia artificial en Attila es bastante mejor en el campo de combate que en el mapa regional, aunque sin duda la mejor experiencia de esta clase de juegos se obtiene en la modalidad multijugador, la cual permite todos los modos de juego tanto en cooperativo como en competitivo.

Hay que reconocer que la dificultad del título no es poca por lo complejo del entramado de gestión, en especial para aquellos jugadores que se inicien en la saga Total War. En cualquier caso, el título ofrece varios grados de dificultad y nuestras decisiones pueden someterse a las recomendaciones de un consejero.

Es posible situar la cámara en una unidad concreta.

Saquear, ocupar asolar... Nuestra es la decisión.


En la cara negativa hemos de lamentar la ausencia de vídeos de victoria en las campañas, que se pueden continuar indefinidamente, y sobre todo el ridículo y abusivo recurso de los DLC que aquí alcanza límites insospechados. No es de recibo lanzar contenidos adicionales de pago a los pocos días de lanzar el juego, una tónica cada vez más frecuente que ha indignado a la comunidad.


Cuestiones técnicas

La apariencia del mapa general es mejor que nunca, lleno de detalles geográficos que se amoldan a los ciclos estacionales. Las interfaces, por otra parte, están mucho más pulidas que las de Rome II, algo que es de agradecer. Lo más espectacular, por descontado, son las multitudinarias batallas en las que miles de guerreros se traban en combate. Haciendo zoom podemos descubrir lo minucioso del trabajo visual en las unidades.

No es que el salto gráfico respecto a la última entrega sea muy grande, pero sí que se aprecia una optimización. Toda la sección técnica es deslumbrante, sin embargo, requiere de unas prestaciones desorbitadas para que el juego funcione con fluidez. Sólo una computadora realmente potente evitará las ralentizaciones ocasionales.

El nivel de detalle es pasmoso.

A las puertas de Roma.


Los textos y voces de Total War: Attila están doblados al castellano con la salvedad de los gritos que profieren las tropas durante las batallas. La banda sonora es variada y amena, lo que genera una buena ambientación. Destaca el tema principal por lo escalofriante de los ásperos cánticos realizados con la garganta.


Conclusión

Mejora a su predecesor el Rome II no tanto por una revolución en los gráficos o en la jugabilidad sino por su aspecto cuidado y las pequeñas novedades. La variedad de las campañas dependiendo de la tribu escogida así como las habituales batallas tácticas son sus puntos fuertes. The Creative Assembly sigue manteniendo a Total War como un referente de los videojuegos de estrategia.


Puntuación: 8

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