sábado, 3 de agosto de 2013

El sabor de la sandez

El sabor de la sandía


Pocos conceptos generan desasosiego mayor que la expresión "película de culto", capaz de englobar desde obras brillantes e irrepetibles a auténticas deyecciones en formato audiovisual. Con El sabor de la sandía (2005), el taiwanés Tsai Ming-liang toma la segunda senda y ofrece un singular delirio.

El contexto general del argumento es el siguiente: una intensa y pertinaz sequía asola Taiwán, a cuyos habitantes se les aconseja consumir sandía y el zumo de esta fruta ante la escasez del agua. A partir de ahí se desarrolla una mezcolanza de comedia, drama, pornografía e incluso números musicales. Este tótum revolútum, lejos de epatar, confunde al espectador.

Una de las escenas musicales, en las que el protagonista se convierte en un tritón o sireno.


La película arranca con un bizarro acto sexual entre un hombre y una mujer... con una sandía por medio. Transcurrida éste, comienza otro muy similar en la que el señor lleva una corteza de sandía por casco. No se trata del habitual y gratuito comienzo impactante de una película que da paso a la historia, sino que, sencillamente, la mayor parte de la cinta es así: una sucesión de estrambóticas escenas de índole sexual. En El sabor de la sandía predominan unos encuadres largos y narcóticos en los que los personajes o bien fornican o bien permaneces hieráticos. Apenas hay una docena de diálogos en los 112 minutos que dura la cinta. En ocasiones parece que los actores vayan a hablar, pero se limitan a mirarse como idiotas sin despegar los labios.

El ritmo, por consiguiente, es tan vertiginoso como contemplar el crecimiento de la hierba en invierno. Los personajes son tan planos que, sencillamente, presentan la misma expresión de indeferencia siempre y cuando les toque gemir en el revolcón de turno. Los escenarios son casi siempre tétricos, poco menos que distópicos. Lo único que puedo destacar como positivo es la presencia ubicua de las sandías. Los números musicales que irrumpen la "trama" sin previo aviso son jocosos y aportan colorido a la obra. No sabría decir si están fuera de lugar, porque este filme de Tsai Ming-liang no tiene ni orden ni concierto.

Los pseudointelectuales asegurarán que la intención del realizador nacido en Malasia es que el espectador monte la película, un planteamiento similar al 'arte' abstracto. Podemos llamar a esta manera de timar a la gente 'cine contemplativo'. Ciertamente se percibe la plena libertad del director, que ha filmado lo que le ha venido en gana sin preocupación alguna, pero lo criticable es que realmente no sucede nada de interés en casi dos horas. Filmes como Un dios salvaje de Polanski tienen un ritmo real, sin elipsis, y mantienen la atención del espectador en todo momento. Esto es debido a que pasan cosas interesantes, a que los personajes y las situaciones evolucionan con el transcurrir del tiempo.




En conclusión, este engendro asiático es ridículo y soporífero, alimento de los culturetas (y así, obtuvo el Oso de Plata del Festival de Berlín entre otros galardones). Pero todavía peor, es provocador en vano, dado que las escenas eróticas, que copan la mayoría de fotogramas, son vulgares pero inocuas. 

PD: la sandía es una fruta que nunca me ha atraído, y después de ver los usos que les dan los sedientos personajes de este despropósito, me gusta mucho menos.


Puntuación: 3



T.O.: Tian bian yi duo yun (The Wayward Cloud. / Taiwán / 2005 / Dirección: Tsai Ming-liang / Elenco: Lee Kang-sheng, Chen Shiang-chyi, Lu Yi-ching, Yang Kuei-mei / Género: Comedia, drama, musical / Duración: 112 minutos

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