domingo, 30 de enero de 2011

Pánico en el metro

Hermanos, si existe un pasajero que frecuente el transporte público ése es la barbarie. Cierto individuo al que tengo la desgracia de conocer (lo recordaréis por el incidente del autobús) me relató entre grandes carcajadas la iniquidad que había pergeñado apenas unas horas antes. El muy tunante se jactaba de una terrible tragedia que tuvo lugar en una estación del metro. Intentaré resumir el drama.

Mi inicuo compañero regresaba a casa en el tren metropolitano, y observó con desagrado que en su vagón había un "encorvado y decadente viejo" (cito textualmente, oh ciudadanos). Al arribar a la estación en la que el Perverso tenía que bajar, no pudo reprimir un murmullo blasfemo al contemplar como el honorable anciano marchaba justo delante de él. Como suele pasar en la vida, había dos opciones: subir por las escaleras normales o por las mecánicas. El hombre de avanzada edad, fiel a sus principios, creencias y costumbres decidió afrontar corriendo el ascenso por las escaleras normales, por lo que el Merluzo tomó la otra opción, encaramándose a esa infernal maquinaria.

Apenas llegaba al final del trayecto mecánico, el Maquiavélico visualizó a una mujer corriendo y gritando "¡se ha caído, se ha caído, se ha caído!" mientras señalaba la escena del crimen: el pobre abuelo yacía en las escaleras. Frente a la compasiva, misericordiosa o sencillamente humana actitud de algunos transeúntes, el Abyecto se limitó a... irse. Irse. Se marchó sin hacer NADA. Había un gentilhombre tirado por el frío y sucio suelo y el muy vil se largó mientras luchaba por contener la despreciable risa que le manaba ante el dolor y el sufrimiento ajeno. "Ya había gente ayudándole", se defiende.

Hermanos, el mundo no puede seguir siendo una cloaca. Las ratas deben ser aniquiladas. No puede ser que el pueblo chusmoso se ría ante el descalabro de un pobre fósil, o que la gente se dé codazos enfermizos para lograr entrar en un ascensor y bajar UN piso en lugar de usar por las escaleras, impidiendo el acceso a una persona en silla de ruedas. Situaciones tan vergonzantes como éstas las contemplo a diario, y tras terminar la Biblia y contemplar lo difuso que es el Apocalipsis, habrá que ir pensando en adelantar el fin de los tiempos.

2 comentarios:

  1. Madre mía, lo que me he reído con la entrada jajajaja.

    Si había gente ayudándole, estaba yo ya subiendo por las escaleras (por lo que me era imposible bajar) y yo venía de hacer un examen, pues no podía ir a ayudarle.

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  2. Oh, hermanos, contemplad la perversión del autor del crimen. Se sigue riendo aún hoy. Y poniendo excusas simples.

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