lunes, 31 de diciembre de 2012

Porca miseria

Los miserables


Hace unos días fui secuestrado para visionar una de las películas del año, Les Misérables, Los miserables en la lengua nuestra. El cine musical siempre me ha chirriado, seguramente por su irritante carga teatral y la subyugación del argumento a las canciones y coreografías. Uno recuerda el inicio de West Side Story, en el que durante varios minutos la cámara sigue a un atajo de garrulos que hacen literalmente el gilipollas. Afortunadamente, en el caso que nos ocupa la música está al servicio del guión, o dicho de otro modo, el argumento no es una sucesión de números musicales en los que decenas de floripondios van correteando y dando brincos a lo Bambi.

La presencia de Anne Hathaway y sobre todo de Amanda Seyfried en el elenco, dos de los mayores enemigos del Reverendo Weinor, ahuyentaban mis narices como taza de váter humeante en unos servicios públicos. Afortunadamente la grima fue reducida, ya que apenas comparten plano a lo largo de los 152 minutos de la película. A Jázagüei incluso la torturan un poco (¡quién pudiera!), y la otra es apenas un florero, decisión muy acertada. Eso sí, ni los vestidos de época ocultan su cara de sapo.

Cómo este ser angelical llega a convertirse en Seyfried es
uno de los enigmas sin respuesta que deja la cinta.

¿Cómo es posible que vayamos por el tercer párrafo y aún no haya hablado de la sinopsis? ¡Porque ya deberías conocerla, maldito palurdo! A ver si después de la novela original y las doscientas versiones cinematográficas/televisivas todavía desconoces de qué va la cosa. Ah, sí, y también hay por ahí una famosísima obra de teatro en la que se inspira la película, pero yo al teatro no me acerco ni aunque regalen droga (donde esté mi huerto, que se aleje el cuesco).

Bueno, ¿por dónde iba? Hum, que yo sepa no me he movido de la silla. Como decía (¿?), una película de este calibre, con una evidente carga crítica, no podía tener una mejor fecha de estreno que la que ha tenido, en medio de una crisis política, social y sobre todo moral (ah, sí, y económica también) que asfixia al común de los ciudadanos en beneficio de unos pocos integrantes de la casta corrupta e inmunda que ostenta el poder. A todo esto, me parece asombroso que, tras la tentativa de revolución que refleja el filme, el tal Marius regrese a la aristocracia sin ningún cargo de conciencia. Imagino que dará limosnas e incluso repartirá bocatas de 'foie gras' los domingos.

Es interesante escuchar a 'Gladiator' y Lobezno cantando, sobre todo porque lo hacen bien. Ah, ¿y dónde están las balas perdidas cuando las necesitas? Los personajes de Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter bien las merecen. Menuda taberna regentan...

¡¡¡WAJJJJJ!!! Me acaba de venir a las mientes uno de los peores musicales de la historia: Mamma Mia!. Pero qué basura tan pestilente, por Démeter. Voy a vaciar el contenido de mi estómago con urgencia y ahora vuelvo.

Hablando de mareos, son curiosos los movimientos de cámara de Los miserables. Por momentos resultan inquietantes, incluso levemente molestos. Pero tampoco hay que concederle demasiada importancia.



Otro punto a destacar son los subtítulos en castellano. ¿Se puede saber qué demonios están traduciendo? No sé sabe si intentan formar rimas inventándose cosas o si directamente han fusilado el libreto de la obra teatral. Digo yo que no será tan difícil subtitular bien un musical en el que se entiende perfectamente lo que cantan o dicen.

Y creo que eso es todo por hoy. ¿Es esto una crítica? Seguramente no lo sea, pero en cualquier caso no me pagan por esto. Si yo pergeñara bazofias como ésta a cambio de un salario se me caería el gepeto de vergüenza.

Y ya me despido, que el inspector Javert ya ha dado conmigo de nuevo. ¡Qué pesadilla de personaje!


Puntuación: 7

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