martes, 27 de marzo de 2012

Buenas maneras III: Pedir la hora

Ir por el mundo desconociendo el momento del día en el que se vive es una de las mayores faltas en que puede incurrir un ser humano civilizado. Desgraciadamente, a diario nos topamos con gentuza de este calibre al doblar cualquier esquina. Uno podría pensar que estos despistados individuos conforman una suerte de mafia obsesionada con poner a prueba a los viandantes de alma pura.



Ahora bien, dado mi antimilitarismo no voy a generalizar, oh hermanos, y me permitiré distinguir entre los tipos más comunes de individuos que piden la hora:

a) Los que piden la hora con fines perniciosos. Hay elementos muy taimados que recurren a preguntar por la hora para acto seguido pedirte dinero (o droga). Consejo: si un desarrapado te pregunta "¿qué hora eshh?" respóndele "la hora de que desaparezcas de mi vista, maldita escoria".
b) Los que piden la hora porque casualmente han olvidado el reloj o el teléfono móvil. Bueno, éstos tienen excusa, ¿no? Pues no, no la tienen. Si tanto les preocupa el presente, ¿por qué descuidaron el pasado? Que les jodan.
c) Los que piden la hora porque nunca portan encima un reloj, teléfono móvil o calcetín fosforescente. Grrrrr. Hermanos, sin duda son éstos los especímenes de la peor calaña. Malditos parásitos que dependen de los demás y les hacen perder el tiempo. La mera visión de uno de estos sucios bastardos es igualmente desagradable que pisar un residuo fecal callejero (¿constituye un delito el allanamiento de cagada?).
d) Los que piden la hora porque disfrutan viendo a otros sirviéndoles. Vaya, vaya, parece ser que la aristocracia más rancia se digna a pasear por la vía pública mezcándose con el más bajo vulgo. Ya no te dicen "¿podrías decirme qué hora es?", sino "dime la hora". Increíble pero cierto, la selección natural no ha podido suprimir a esta facciosa prole.
e) Los que piden la hora para, simplemente, tener contacto con un ser humano. Este subgrupo suele estar integrado por ancianos y especialmente ancianas que han descubierto que sus gatos no les prestan la menor atención. Tratad de evitar a esta plaga, hermanos.

Espero que este nuevo capítulo de Buenas Maneras os haya sido de utilidad, o al menos que su precio haya sido el adecuado. Quisiera citar a un conocido mío que, recientemente, se ha encontrado con un espécimen del tipo e.
Esta mañana una vieja me aborda en la calle y me dice: "Disculpe, caballero, ¿podría decirme la hora?". Yo me saco el móvil del bolsillo y ella casi gritando exclama: "Aaay, aaay, le estoy dando mucho trabajo, joven. Tiene que sacar el teléfono del bolsillo y todo, aaay, aaay". Cuando por fin le digo la hora que es, se lamenta otra vez: "Aaay, me sabe muy mal, joven, perdóneme. Dígame su nombre y rezaré por usted, por sus exámenes, por sus estudios, para que le salgan bien". Le di mi nombre, pero me dieron ganas de darle una hos***.

En fin, me despido por hoy haciendo mención a un clásico chiste horario: "estoy cagando, comiendo en Canarias". Disfrutad de la vida y no pidáis la hora a nadie.

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