viernes, 3 de septiembre de 2010

Cánceres de nuestro tiempo

Hermanos, cada día que pasa me convenzo más para exiliarme a algún país del norte (Finlandia es la primera opción) para huir de este horripilante calor, que podría interpretarse como un castigo de los dioses. El consumo de capítulos de True Blood y la escucha de música country no bastan para librar al Reverendo Weinor del sofocante clima del estío.

Hoy emplearé el tiempo hablando del patriorismo, una de las falacias que más ha triunfado en la Historia de la Umanidad (junto a Crepúsculo). Realmente, es inconcebible para una persona sensata el creerse superior a otra por el mero hecho de "pertenecer" a un país determinado. La cantidad de "guerras patrióticas" y la fuerza de ciertos movimientos nacionalistas pone en evidencia una vez más la falta de madurez de la civilización humana. Esa "Patria" (con mayúsculas y todo), que parece ser un ser vivo y supremo (en ocasiones se le ha rendido culto), ha sido una de las más devastadoras plagas de nuestra historia. Aún hoy existen conflictos de esta índole en este pequeño y caótico balón pinchado que es la Tierra.

Paradójicamente, no hay nada más despreciable que el "borreguismo", el "efecto rebaño". Contemplar cómo la gente se apresura a adoptar modas y comportamientos de origen estadounidense es un gran tormento para mi alma, plena de tribulación. Un veloz análisis del mundo nos dice que Norteamérica es el motor (económico, político, militar... e incluso cultural) del mundo, África no existe, Sudamérica apenas existe, Asia es una fábrica, Oceanía es una extravagante mezcolanza de R.U. y EE.UU. Sólo queda Europa, bastión de resistencia ante la copia barata. Ya basta de Jálowins y demás porquerías incrustadas a la fuerza en nuestra vida cotidiana. Y esto lo digo yo, que no soy ciudadano de ningún país, que toma de cada sitio lo que le place y se forma su propia cultura. Ea pues, ejerzo mi voluntad y no trato de imponerla a la gente que me rodea a base de esos "clubs" no oficiales, que no son más que grupitos de palurdos que adoptan los preceptos de sectas y se dedican a mirar mal a los "infieles".

La peor de estas sectas es sin duda alguna la moda. Básicamente funciona así: un grupo de gente decide que una indumentaria determinada es la correcta, la adecuada. Entonces montan tinglados conocidos como "desfiles" en los que unos seres lánguidos portan los nuevos harapos (cada cual más ridículo); acto seguido, las tiendas bombardean a la población transmitiendo la nueva moda; finalmente, la chusma, temeorsa de "quedarse atrás" y ser excluida, gasta sus recursos en adquirir esas prendas. Como no podía ser de otra manera, los grandes "diseñadores" varían de opinión cada año para ganar más dinerito. Realmente deplorable. Ilustrará mi opinión con esta hermosa y delicada prenda, la batamanta:


Afortunadamente, contamos con la negra barca del sueño y la colorida nave de la imaginación para viajar con la mente.

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