miércoles, 17 de marzo de 2010

El hombre que mató a Tinky Winky

Hermanos, el asunto al que hoy voy a dedicar mis energías seguramente herirá los sentimientos de más de uno de vosotros, pero mi afán de desenterrar la verdad y descubrir el inmundo engaño a que somos (sois) sometidos ha inclinado la balanza cual cagada de pájaro en primavera. Concretamente, hoy me dedicaré a analizar con detalle una de las más feroces campañas de yonkización de los niños: los Teletubbies [sonido de trueno].

Para quien no lo sepa, Teletubbies es una exitosa serie de televisión británica destinada a niños. Digo lo de exitosa no sólo por su extraordinaria difusión a más de 120 países (entre ellos Andorra y Murcia), sino por las buenas críticas (no es broma, ¿eh?) que le llevaron a conseguir el BAFTA Children’s Award en 1998 y en 2002. Cómo la BBC se manchó produciendo una ñorda tan grande y qué carajo llevó a la academia de cine británico a otorgarle dos galardones siguen siendo dos de los grandes misterios de la Umanidad.

Bien, comencemos analizando el lugar de los hechos, el marco de la apasionante vida de los Teletubbies. Ellos viven en un búnker emplazado sobre la superficie (¿?) de una extensa pradera de césped artificial. La Reserva Federal de los Teletubbies contiene una variadísima flora biforme compuesta de árboles desperdigados y grupos de flores que cantan y ríen, así como una fauna consistente únicamente de conejos. Fascinante. Algunos científicos contemporáneos han determinado que es lo más parecido al purgatorio.



El cielo está coronado por el astro rey, que en este caso adopta el rostro de un bebé de ojos azulados que ríe como una hiena a cada mierda que ve moverse. Desconocemos si se trata del ejemplo de niño perfecto que pretende crear la serie.

Al margen del búnker, que analizaremos más tarde, la única construcción destacable es un molino de viento. De aspecto gótico, cuando sopla el viento gira esparciendo una sustancia polvorienta de dudosa legalidad y seguramente tóxica que provoca comportamientos sodomitas entre los Teletubbies. Concretamente, éstos inician unas desenfrenadas orgías asexuadas a base de abrazos desesperados y revolcones por el césped. Tras estos movimientos rituales, las cuatro criaturas se reúnen en corro, hasta que finalmente una de ellas (no siempre la misma) emite imágenes por la barriga.

Exploraciones de la NASA han determinado que el País de los Teletubbies no existe vida inteligente. Sin embargo, hay cuatro monigotes que dan el pego. Me refiero, cómo no, a los palurdos que dan nombre a esta serie. Físicamente, un Teletubbie es un saco de mierda rechoncho con patas de unos dos metros de alto. Al margen de la cara de psicópata que presentan, sus rasgos más peculiares son el televisor (seguramente robado) empotrado en sus panzas y la antena que portan sobre la testa. Intentaremos conocer mejor a estos cuatro Jinetes del Apocalipsis:

-Tinky Winky. Es el ídolo de masas y líder de los Teletubbies. De mayor corpulencia y con la voz más grave (semejante a rebuznos de asno), ha suscitado un gran número de polémicas por su confusa orientación sexual. Pese a sus características anatómicas masculinas, Tinky suele llevar un bolsito de vieja, vestir un tutú e incluso sodomizar a sus compañeros. El hecho de que sea morado y su antena tenga forma de triángulo invertido (símbolos homosexuales) son pruebas recurrentes para quienes consideran que es invertido. Curiosidad: a lo largo de la serie fue “interpretado” por los “actores” Mark Heenehan, Dave Thompson y Simon Shelton. Según parece, la compleja evolución psicológica del personaje necesitó a tres actores diferentes para su interpretación.



-Dipsy. De color verde y con una antena de forma fálica, Dipsy es probablemente el Teletubbie de origen menos conocido. El hecho de que su nombre se asemeje a la infame bebida Pepsi o al vocablo ingés “gipsy” (gitano) lo convierten en el engendro más odiado de su país. Tampoco ayudan su comportamiento de proxeneta rebelde y su sombrero hortera. Curiosidad: tiene la piel más oscura que los demás Teletubbies, ya que, según los creadores de la serie, es de raza negra.

-Laa-Laa. De color amarillo y antena en forma de rabo de cerdo (¿?), Laa-Laa es quizás el Teletubbie más estúpido. Aunque intente disimular con una enorme pelota gigante naranja, sus gemidos la delatan como la “femme fatale” de la serie. Curiosidad: su nombre viene a ser una onomatopeya de un balido de oveja (sorprende comprobar que los nombres de los personajes sean cada vez más absurdos a medida que fueron apareciendo).

-Po. Su nombre está incompleto, al igual que su cerebro. Su fiera mirada y su rojizo color evidencian que se trata de la encarnación del mal. Sirviéndose de su veloz patinete (potenciado por la cámara rápida), su misión es frenar la sobrepoblación de conejos de la pradera (no hay depredadores). Curiosidad: según los creadores, es de raza asiática.

-Noo-Noo. Es la aspiradora con ojos que se encarga de limpiar toda la mierda que escampan los Teletubbies. Los expertos se encuentran divididos en lo referente a si se le puede considerar un ser vivo: los ojos con tendencia a bizquear y los lascivos ruidos que emite siembran la duda en el mundo de la ciencia. Curiosidad: en ocasiones se dedica a “aspirar” los cuerpos de los Teletubbies con el pretexto de limpiarlos. Inexplicablemente, durante estas operaciones incide de manera sospechosa en la entrepierna.

Ante semejante conjunto de personajes con perfiles tan profundos psicológicamente, los niños tienden a quedarse idiotizados sin remedio. Entre los arbustos emergen con frecuencia una serie de periscopios parlantes que dictan a los Teletubbies lo que han decir. Evidentemente, ellos nunca rechistan. Y es que la estructura del programa se basa en el célebre principio de “La repetición genera fanatismo”. Incluso los saludos y despedidas son repetidos un par de veces para traumatizar a los espectadores. En mi opinión, la fístula que tengo en mi ano me está jodiendo la marrana.



En el interior del búnker todas las estancias giran alrededor de una compleja máquina situada en el centro. Fuentes fiables y potables aseguran que se trata de un aparato de regulación de la energía nuclear que se genera bajo el búnker. Esto explicaría de dónde obtienen energía los Teletubbies, que no dan un palo al agua, y de paso la evidente radioactividad que los ha deformado, tanto a nivel físico como mental. Gracias a esta potente tecnología pueden funcionar las máquinas expendedoras de “tubbietostadas” y “tubbienatillas”. Estas dos sustancias con nombre de anfetaminas conforman la dieta de nuestros cuatro amiguitos. Ver cómo esparcen la comida por todo el búnker representa un maravilloso ejemplo para los niños. Claro, luego es la nevera con ruedas la que tiene que limpiar todas las “tubbiezurraspas”.

Al margen del comedor-pocilga, destaca un sobrio dormitorio. Los anodinos hábitos de los Teletubbies se extienden hasta en su momento de reposo: duermen en cunas y se cubren con sábanas hechas de papel de aluminio. El hecho de que las sábanas produzcan un estremecedor ruido cuando las mueven no impide el descanso de los cuatro mosqueteros.


Después de enunciar toda esta clase de idioteces, que conforman el elaboradísimo guión de la serie, uno se pregunta por el objetivo de la propia. Realmente, podemos descartar cualquier fin “educativo”. Es más bien un proceso “atrofiador“ que convierte nuestros pequeños imbéciles en pequeños subnormales. Recordemos el principio de “La repetición genera fanatismo” y tengamos en cuenta que el creador de la serie es… Peter Tubbie [sonido de cisterna de váter]. Así es, el maligno ente que ha engendrado esta bazofia ha inculcado muy sutilmente su propio nombre en los personajes. Si lo ha hecho para consolidarse como líder absoluto del nuevo mundo o simplemente porque estaba orgulloso de esta genuina muestra de la decadencia humana contemporánea es una cuestión que no vamos a resolver aquí. Que es broma, hombre, pues claro que lo vamos a resolver. Es más, lo vamos a resumir en una única frase: El dinero no da la felicidad; el dinero es la felicidad.

Amén.



3 comentarios:

  1. Habló el jodido Alfred Einstein, el hermano retrasado de Albert. ¡Cállese!

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  2. holiiiiiiiiiiii
    en fin los teletabies estos de los cojones son una mieerda y encima nos los llevan poniendo desde que eramos pequeños e inocentes
    POR ESO AHORA NOS REVELAMOS CONTRA ELLOS
    PUTOS TELETABBIESS!!

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